Llegó el quinto día de reclusión. Edgar Adhemar Bacchiani no hace mucho más que caminar en círculos recorriendo su encierro y su contacto con los otros presos es nulo. Afuera, el gobernador dijo hoy que “no lo conoce”, pero que escuchó las críticas que le había hecho. Más allá de esos muros, la causa continúa brindando más capítulos.
Sin embargo, alejado de todo, el CEO de Adhemar Capital sigue afrontando las consecuencias. No es tratado con privilegios, como algunas personas podrían conjeturar en alguna charla de café, sino que se encuentra todavía en el pabellón de recién ingresados bajo custodia de guardiacárceles (los cuales fueron investigados para determinar que no son, también, sus acreedores).
Esto último es el único atisbo de trato diferencial que posee, pero se debe a que su situación es un tanto particular. Debieron realizar un relevamiento para elegir a las personas que lo custodian y evitar que quede vigilado por damnificados de su financiera. Como resultado, aproximadamente un 10% fue considerado apto para velar que a Edgar no le pase nada.
Su estadía es una gran responsabilidad y un gran problema para el personal y los directivos. Una de las quejas del Trader God tendría que ver con la comida. Las autoridades no pretenden ceder ante esto, ratificando que le van a servir lo mismo que a todos los convictos, quienes aparentemente no habrían presentado ningún reclamo.
A Bacchiani no le gusta el guiso
En una oportunidad, Bacchiani se rehusó a comer guiso, supuestamente señalando que no era “de su nivel” y no habría tenido reparos en manifestárselo de esa manera al personal. Cabe destacar que los platillos son elaborados por los internos, aunque controlados. Los mismos alimentos son degustados por los guardiacárceles también, que destacan los “espectaculares” guisos y locros que preparan.
Sin embargo, esto no convencería ni un poco a Edgar, que incluso lo habría planteado con su abogado defensor Lucas Retamozo y el fiscal federal Rafael Vehils Ruiz en los boxes donde arribaron a visitarlo.
Tal vez el encierro empieza lentamente a hacer mella. Tal vez la realidad carcelaria le está enseñando su más inmisericorde rostro. Sin comer, con incertidumbre. Mientras tanto, sigue en boca del país. En Tucumán trabaron embargo por 6.500 dólares a sus cuentas a favor de un inversor que le entregó dinero para que invirtiera en la compra y venta de criptomonedas, siendo la primera medida de este tipo en Argentina contra una plataforma de criptomonedas que presta sus servicios desde el exterior.
Por ahora, Bacchiani deberá seguir resistiendo las secuelas de los más intimo de su aislamiento.