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Sin regalos, sin visitas: la Navidad gris de Bacchiani

El "Trader God" pasó el 24 a la noche sin visitas de seres queridos, sin grandes lujos y sin regalos bajo el arbolito.
Por Gustavo Pinto

"Que les llegue mucha luz esta noche, acá no solo es venir a invertir sino que pueden encontrar un amigo y una familia". Con esas palabras encaraba el brindis de Nochebuena un Edgar Adhemar Bacchiani rozagante.

Ataviado con una remera roja de Versace, unos chupines negros y una sonrisa desafiante, brindaba junto a su equipo de trabajo en la sede central de Adhemar Capital. Terminaba el año 2021 en su pico de exposición mediática, sabía que en algunos meses sería padre nuevamente y estaba confiado que tenía el toro por las astas.

Un año después, el video fue tomado de su cuenta de Instagram por algún cibernauta, un jocoso cualquiera que encontró diversión en reciclarlo y enviarlo a sus contactos para esta Navidad.

Las cosas cambiaron un poco desde entonces. El "Trader God" pasó el 24 a la noche sin visitas de seres queridos, sin grandes lujos y sin regalos bajo el arbolito. Por si fuera poco, bajo una copiosa lluvia que hizo parecer todo más gris.

En los últimos tiempos sintió cómo se iba quedando cada vez más solo. Con su esposa, madre de su primer hijo, las cosas quedaron muy mal. Incluso ella es la primer "testigo arrepentida" en la causa que sustancia la Justicia Federal en su contra.

Edgar lleva más de 8 meses preso, tiempo en el que también se fue enterando de cómo sus socios o empleados -esos con los que compartía las alegrías del derroche- fueron declarando en su contra o desligándose de su participación en la empresa.

Los últimos en soltarle la mano fueron su más reciente pareja, que ya imputada declaró que la relación se rompió y que no podía seguir aguantando más el hostigamiento público y su abogado, quien dijo de él que era un "incoherente". El mismo abogado con quien viajó a ver a sus amados Rolling Stones en Las Vegas.

Su única visita en la tarde del 24 fue uno de sus abogados, con quien conversó en el locutorio, a través de un vidrio. Ya sabe que se le viene una semana movida antes de la feria judicial.

En un pabellón apartado del Servicio Penitenciario de Miraflores, al que no van otros presos comunes, solo pueden ingresar unos pocos guardiacárceles designados (la mayoría invirtió en su empresa milagrosa), el reloj marca las diez de la noche.

A la celda ingresan el banquete navideño. El interno se levanta de su colchón ignífugo y contempla la cena. Una porción de pollo al horno acompañado de una guarnición de papas. Un vaso de gaseosa Secco acompaña el menú. El postre es pan dulce.

Es la misma comida para todos. No hay champán como en el video viral.

A diario, a los presos se les cierran las celdas a las diez de la noche. Hasta las once se les permite a los de buena conducta. Por la llegada de la Navidad, se flexibiliza el horario para que puedan saludarse quienes tengan afectos en el lugar.

Pero en donde descansa Bacchiani, no hace falta extender nada. A comer y a dormir.