Opinión

Edgar Bacchiani, Andrés Jalil y la Fundación, una relación ignominiosa

Un informe de inteligencia en poder de la Justicia revela que el “trader” recibió dinero desde cuentas de dos firmas del grupo Jalil. Lo más denigrante es el uso de la Fundación.
Por Marcelo Sosa

El Código Civil y Comercial argentino establece que las fundacionesson “personas jurídicas que se constituyen con una finalidad de bien común, sin propósito de lucro, mediante el aporte patrimonial de una o más personas, destinado a hacer posibles sus fines”. Fines que, vale aclarar, son esencialmente de tipo benéficos o solidarios. Eso representa su objeto especial.

Las fundaciones pueden recibir aportes o donaciones de terceros, pero deben destinar la mayor parte de sus ingresos al cumplimiento de sus fines. Y se entiende que la acumulación de fondos debiera ser solamente para encarar proyectos futuros de mayor envergadura.

En tal caso, los ingresos de capital a una fundación deben ser

informados a la autoridad de contralor, con el detalle de cuáles son los objetivos buscados y la factibilidad material de su cumplimiento. También debe informarle sobre los gastos que importen una disminución apreciable de su patrimonio.

Hasta allí el deber ser.

En Catamarca, la fundación de mayor renombre y presencia institucional es la “Dr. José Guido Jalil”, en homenaje al alma máter del Sanatorio Pasteur. Fue creada en la década del ’90 por su hijo Raúl Jalil, hoy gobernador de la Provincia, cuando estuvo a cargo de ese centro médico, al poco tiempo de graduarse como licenciado en Administración de Empresas. “Alta tecnología para todos”, rezaba el lema inicial.

Tuvo como inspiración a la Fundación “José Favaloro”, un centro de excelencia en cirugía cardiovascular creado en 1975. De hecho, en 2017, ambas fundaciones conformaron una “alianza estratégica” -así la denominaron en Catamarca-, para prestar servicios de prevención en salud y cardiología intervencionista.

Aunque en el caso de la Fundación Jalil el servicio más extendido es el de los estudios oncológicos complejos, destinados especialmente a los pacientes de escasos recursos. En ese sentido, es habitual ver en el Boletín Oficial de Catamarca los subsidios que autoriza el Ministerio de Salud para estudios de radioterapia y otros similares para personas carenciadas que realiza la Fundación “Dr. José Guido Jalil”.

Hasta allí los antecedentes destacables.

A la timba

Hace dos semanas, el nombre de la Fundación Jalil salió del honroso plano médico y quedó en el centro del decadente mundillo de las estafas financieras que tiene a Edgar Adhemar Bacchiani como el más grande timador de la Argentina después -o quizás antes- de Leonardo Cositorto, de Generación Zoe.

En efecto, un informe de inteligencia elaborado por la Unidad de Investigación Financiera (UIF) a pedido del juez federal de Catamarca, Miguel Ángel Contreras, al que accedió INFORAMA reveló que tanto desde la Fundación Jalil como del Sanatorio Junín se hicieron transferencias de dinero a favor de Bacchiani.

Señala que entre el 5 de junio de 2018 y el 8 de marzo de 2021, Bacchiani, autodenominado “Trader God”, recibió créditos por $117.395.163 en una caja de ahorro a su nombre del Banco de Galicia y Buenos Aires. “De las transferencias recibidas se pueden identificar a los siguientes ordenantes: Fundación José Guido Jalil (CUIT 30-62050872-2), Sanatorio Junín SA (CUIT 30-71434139-8), Prestaciones SRL (CUIT S/D), Área Visual SRL” y un hombre de apellido Santillán.

El informe de la UIF es de fecha 25 de julio de 2022 y es complementario del primero, presentado en abril del mismo año en la Justicia Federal.

Para ordenar la investigación, la UIF dividió los movimientos financieros en tres sujetos: Adhemar Capital SRL, Edgar Adhemar Bacchiani y Zaraive Garcés Rusa, exesposa del financista.

Hay dos datos centrales en esa parte del informe. El primero es que las firmas del grupo Jalil no fueron receptoras de dinero, lo que en el caso de la Fundación hasta podría haber sido disfrazado como una “donación”, sino como “ordenantes”. Y el segundo es que el beneficiario directo fue Bacchiani y no Adhemar Capital SRL, lo que habla de un personalismo particular en la transacción.

Sin embargo, el informe no precisa cuántos de esos 117 millones de pesos corresponden a las transferencias específicas de la fundación y el sanatorio. Pero el dato es anecdótico.

Lo que en verdad importa es que se usó a la Fundación Jalil, más que a la sociedad anónima del Sanatorio Junín, para girar fondos destinados a un sujeto que hoy está procesado y detenido con prisión preventiva por intermediación financiera no autorizada, pero denunciado además por estafa y lavado de activos.

Poco interesa que en esa fecha Bacchiani aún no tuviera problemas con la Justicia, sino que, por el contrario, era la expresión más genuina del financista exitoso y fantoche de Catamarca. El punto central es que la Fundación Jalil debiera usar sus ingresos para cumplir con los fines especificados en su misión de acercar la tecnología de salud a todos. Y no para alimentar la cuenta del rey de la timba financiera.

Andrés, compadre y (ex)amigo

Los abogados Diego Figueroa y Alfredo Aydar, representantes de sendos grupos de damnificados de Adhemar Capital, pusieron en la mira a la Fundación José Guido Jalil y al Sanatorio Junín como parte involucrada en las maniobras financieras. Y coincidieron en identificar a Andrés “Tronco” Jalil, uno de los siete hermanos del Jefe de Estado provincial, como actor clave de la megaestafa piramidal por su vínculo con Bacchiani. El primero pidió a la Justicia que lo investigue y cite a declarar; el segundo directamente solicitó su detención.

Para Aydar, la denuncia que Andrés Jalil hizo contra Bacchiani por una estafa de $16.000.000 es una mera treta para cubrirse. “No se trata de una víctima más, como engañosamente pretendió hacer creer al presentarse como querellante en esta causa, sino que activamente formaba parte de la empresa Adhemar Capital SRL, desempeñándose entre una de sus funciones como ‘pocero’ con una participación activa reclutando inversores”, afirmó el abogado en su presentación.

En rigor, al “Tronco” Jalil el pasado lo condena. Fue amigo íntimo de Bacchiani y padrino de su primer hijo, en noviembre de 2021. Tan compinche que hasta lo acompañó en la inauguración de la sede de AC en el Cerro de las Rosas, Córdoba. Por esos días se viralizó un video que los mostraba bailando al ritmo de The Rolling Stones, la banda preferida del “Trader God”. Las redes sociales están plagadas de pruebas.

Aydar asegura incluso que la firma de Andrés está estampada en los cheques que el Junín transfirió a Bacchiani. Y es de suponer que también fue decisión suya usar la cuenta de la Fundación para enviar dinero a la de su compadre. La amistad habría concluido, según se deduce del calendario perdidoso del “trader”, el día que se cerró el grifo de la plata dulce.

Portada del sitio oficial de la institución.

El sello más fuerte fue siempre el del servir a la gente, sin preguntarle si tiene o no dinero. Para mí es lo mismo, porque cumplir con esta profesión, más que una vocación, es un mandato de Dios” (Dr. José Guido Jalil)

La frase es una de las más recordadas del médico y exintendente capitalino que fundó el Sanatorio Pasteur e impulsó a su familia a continuar su obra. El 31 de diciembre próximo se cumplirán 13 años de su muerte.

Nada más triste que ver el nombre de Don Guido en una investigación judicial nacida de la codicia sin límites ni escrúpulos. Es una verdadera ignominia a su legado.