El crecimiento del parque automotor, las calles poco preparadas y la escasa empatía de la gente rompen la tranquilidad de un día normal y convierten a la ciudad en un verdadero caos. Ya no es necesario entrar al “casco” céntrico de la Capital en la famosa “hora pico” para que las calles sean intransitables.
A pesar de que algunas instituciones escolares decidieron trasladar sus edificios a la periferia de la Capital, las que quedaron en el centro bastan para provocar dolores de cabeza al momento de querer pasar por su frente, sin contar el mal estado de las calles alternativas que deciden tomar los conductores para evitar esto.
Dobles filas en calles angostas, motociclistas con más de dos pasajeros, automovilistas que no ponen las luces de giro cuando doblan son algunas de las imprudencias que se observan todos los días.
¿Quién controla?
Según el decreto reglamentario de la ley de tránsito y seguridad vial publicado por la Municipalidad de la Capital, los que tienen la responsabilidad de regular estas imprudencias son entidades de seguridad municipal bajo directivas y capacitaciones de la agencia nacional de Seguridad Vial.
Según el artículo N°4, serán funciones de la Agencia Nacional de Seguridad Vial en el ámbito de su competencia:
- Coordinar, impulsar y fiscalizar la implementación de las políticas y medidas estratégicas para el desarrollo de un tránsito seguro en todo el territorio nacional.
- A tal fin, deberá diseñar e instalar un sistema informático específico que permita el registro de toda la información relativa al cumplimiento de sus objetivos. También deberá diseñar e instalar una Base de Datos Central, que interconectará toda la información registrada, manteniéndose actualizada en tiempo real.
- El acceso a este sistema informático deberá ser autorizado, sea para su utilización interna como externa.
- Todas las jurisdicciones del país y los órganos competentes respectivos, deberán arbitrar los canales de comunicación, necesarios y centralizados a nivel local, que permitan la interconexión con este sistema.
Las reglas las conocen todos; lo que falta es empezar a cumplirlas. No pasa nada hasta que un día le pasa a uno mismo. Tampoco es posible tener un agente de tránsito para controlar las maniobras de cada conductor en cada esquina de la ciudad.
El Estado lógicamente puede ayudar, pero resulta imprescindible tomar seriamente la política de seguridad vial.
Quizá llegó la hora de priorizar la enseñanza de la seguridad vial en las escuelas como materia incorporada al planeamiento inicial. Tal vez así el día que esos estudiantes obtengan su licencia de conducir estarán mejor preparados.
Hay países que enseñan desde temprana edad los elementos básicos de la seguridad vial, y lo hacen en serio, con prácticas intensas y no solo con clases y aprendizaje de las normas.