Opinión

PASO 2023: tiempo de ambiciones y discordias

En el peronismo no todo está dicho: Jalil aspira a la reelección, pero Saadi marca diferencias con la gestión provincial. En Juntos por el Cambio, la pelea es total entre radicales orgánicos y rebeldes.
Por Marcelo Sosa

La cuenta regresiva para la definición de poder en Catamarca, al fin, se puso en marcha. El Poder Ejecutivo provincial convocó a las elecciones PASO y generales el jueves pasado, es decir, tres días después del plazo establecido en el calendario nacional, y así frenó la arremetida judicial con la que había amenazado la oposición por la incertidumbre en ciernes.

Aunque necesario, se trataba de un formalismo. De hecho, las pulseadas en cada fuerza política por encabezar la oferta para el cargo de gobernador vienen “in crescendo” desde hace al menos dos meses. Negadas y frías en el caso del oficialismo, claras y bien expuestas por el lado del radicalismo.

En los últimos días, sin embargo, la interna peronista levantó una temperatura inusitada. Los protagonistas no fueron los principales referentes de cada sector en puja, el gobernador Raúl Jalil y el intendente capitalino Gustavo Saadi, sino los referentes territoriales, dirigentes de segunda y tercera líneas y “emisarios” oficiales. Y eso porque ni Jalil ni Saadi admitieron en público sus aspiraciones electorales, sino que ambos insisten en que están abocados a la gestión.

Por el lado del Gobernador, las señales se sucedieron una tras otra. La primera fue el congreso del Partido Justicialista, que consagró a Lucía Corpacci como presidenta y a Jalil como vice, sin compulsa, por simple aclamación. Saadi quedó afuera de la conducción partidaria. Solo su nombre faltaba para completar el trípode de poder oficialista. Según Corpacci, eso fue por “generosidad” del propio intendente que quiso “dejar el lugar a otros compañeros”. Saadi no negó ni confirmó que esa haya sido la razón de su exclusión.

Esta semana, la mayor parte de los intendentes peronistas fueron reunidos en una parrilla de la calle Prado al 600 por el ministro de Gobierno, Juan Cruz Miranda, y el vicegobernador Rubén Dusso. La foto circuló rápidamente por las redes sociales y los chats junto a un texto cuyo título lo decía todo: "Contundente apoyo de los intendentes a la reelección de Raúl".

Intendentes del PJ reunidos en Capital por el Gobierno. Dieron su apoyo a la reelección de Jalil.

Horas antes, el Gobierno había informado que una veintena de municipios rubricaron con el Ejecutivo acuerdos de obras públicas, con financiamiento provincial, por un total de 10.000 millones de pesos. De todos los intendentes peronistas, solo el jefe capitalino no estaba en la foto. Obvio.

Y para rematar el juego de los mensajes, el bloque de senadores provinciales del Frente de Todos difundió el viernes un documento en el que expresa su apoyo incondicional a la reelección de Jalil y del propio Dusso en la vice. Otra obviedad: cómo podrían los legisladores que reciben los favores administrativos del presidente del cuerpo proponer una figura diferente.

Simultáneamente, el presidente de YMAD y hermano del Gobernador, Fernando Jalil, abogó por un segundo mandato para Raúl y también para Saadi. “Ocho años es un plazo justo para la gestión”, sostuvo. El destinatario entendió que estaba ante la clásica estrategia del mensajero del rey.

Señales capitalinas

El intendente Saadi, por su parte, más hábil con el discurso, aprovecha los actos institucionales -a esta altura más políticos- para dar pistas de su postura frente al contexto electoral. En el último, el jueves pasado en Villa Cubas, dijo que se necesitan “gobiernos y funcionarios más humanos”, habló de la salud que requiere de “un Estado presente” y de los niños que merecen tener “una escuela en condiciones”. Salud y educación, dos temas críticos de la gestión provincial.

En declaraciones a la prensa, el intendente insistió en varias oportunidades que la definición de las candidaturas es una “construcción colectiva”, no impuesta por una cúpula, sino construida desde “abajo hacia arriba”; que los candidatos sean de la gente y no de los dirigentes. En otras palabras, que surjan de la voluntad popular. Solo le faltó decir que para eso están las benditas PASO.

Pero no solo es discurso. Saadi estuvo ausente en la inauguración del puente del Camino de la Virgen, que contó con la visita del ministro del Interior de la Nación, Wado de Pedro. Si bien se trata de una obra en Valle Viejo, el invitado de ocasión era uno de los presidenciables del kirchnerismo para octubre.

El ministro Wado de Pedro y Raúl Jalil en el acto de inauguración de un puente. Saadi no participó.

Saadi tampoco fue de la partida en los últimos dos desembarcos del presidente Alberto Fernández en la provincia. Los faltazos fueron más que notorios para quienes saben leer estos comportamientos en política.

Por lo demás, entre los colaboradores del intendente se respira un entusiasmo único. El cotillón “Gustavo23” inunda los pasillos municipales y también se muestra en movidas como la mateada realizada el miércoles pasado en La Alameda, donde los funcionarios más militantes pidieron por la postulación de Saadi a la gobernación.

Entre otros dirigentes y legisladores afines a la gestión municipal, se vio esa tarde en la plaza al concejal capitalino Juan Pablo Dusso. Su padre vicegobernador había sido la noche anterior el anfitrión de los intendentes jalilistas. No se puede negar que el instinto de supervivencia de los Dusso es asombroso.

La interna opositora

En el extremo opositor, las elecciones internas del 2 de abril pasado en la UCR, que erigieron al diputado provincial Alfredo Marchioli como presidente, profundizaron aún más la grieta con el sector que fue desplazado de la conducción y que encabezaban el diputado nacional Francisco Monti y el senador nacional Flavio Fama. De hecho, la foto posterior de la unidad ese domingo fue solo eso. Le sucedió el cruce de facturas políticas.

Alfredo Marchioli (centro) junto a dirigentes radicales y del PRO.

Los perdedores le reprocharon a Marchioli que reclamara al Ejecutivo provincial desacoplar las elecciones locales de las nacionales y que implementara la boleta única, lo que no haría más que favorecer al peronismo catamarqueño al despegar de un Gobierno nacional en llamas; que se reuniera a solas con el ministro Miranda; y que no descartara de plano la invitación de Jalil a formar parte del directorio de la minera estatal CAMYEN. En definitiva, que no ejerciera un firme rol opositor.

Por su lado, Marchioli y los orgánicos cuestionaron duramente que Monti y Fama hayan permitido que el diputado nacional Rubén Manzi y su hijo Mariano (Coalición Cívica) entregaran certificados a las nuevas autoridades de la UCR en Fiambalá como si fueran delegados partidarios. “Es una clara irregularidad”, calificó el jefe de los “boinablancas”, quien sin embargo prefirió no dar más hilo al hecho.

De manera tal que, por cuerda separada, los sectores en pugna en la principal oposición largaron sus campañas con miras a los comicios catamarqueños, con precandidatos lanzados por cuenta propia. Todos, por supuesto, con legítimas aspiraciones.

Por el lado de los orgánicos lo hicieron el propio Marchioli -anotado en la carrera por la gobernación desde el año pasado-, el diputado provincial Luis Lobo Vergara -con publicidad digital de posicionamiento- y su par Tiago Puente -quien apunta a dar pelea en la Capital-. También lo hizo Roberto Gómez, líder de la línea Morada, quien va por su revancha tras la derrota de 2019. El acuerdo es que por ahora cada uno haga lo suyo, con plena libertad, y antes de las PASO de agosto se sientan a ver si presentan una o más listas por el sector.

En cuanto a los “inorgánicos”, Fama, Monti, Manzi y el diputado provincial Hugo Ávila (Frente de Unidad Catamarqueña) anunciaron que presentarán una propuesta electoral en el espacio de Juntos por el Cambio. A ellos se sumó el diputado Enrique Cesarini, identificado como “el hombre” del porteño Horacio Rodríguez Larreta en Catamarca.

Fama, Manzi y Monti, en el acto de entrega de certificados en el radicalismo de Fiambalá.

Según dijeron en una ronda de prensa, en breve definirán quién será el precandidato a gobernador que el sector llevará a las PASO de agosto. “Vamos a medir el volumen político de cada uno y luego decidiremos”, explicó Manzi. Esa tarea, trascendió, está a cargo de una consultora que trabaja para Rodríguez Larreta.

La palabra final

Para la oposición, entonces, las cartas están sobre la mesa. Hasta ahora, no existe ninguna posibilidad de acuerdo entre orgánicos y rebeldes. La definición será en las urnas de las PASO. Esa tarde-noche del domingo 13, se conocerá quién será el candidato a gobernador -además de las otras categorías- de Juntos por el Cambio para el 22 de octubre.

En el oficialismo provincial, no obstante, las negociaciones empiezan a adquirir un ritmo frenético. El gobernador Jalil pretende su reelección, pero a la vez no quiere que la sangre llegue al río en el PJ. En concreto, hará lo posible para evitar un enfrentamiento abierto con Saadi, quien por el contrario se siente respaldado por encuestas y buenas sensaciones callejeras. Casi como el gran elector provincial.

Lo que nadie imagina es una PASO en el peronismo con ambas figuras disputando la misma candidatura. El PJ sigue siendo una fuerza esencialmente verticalista, con poco y nada de democracia interna. Los acuerdos se firman en la mesa chica de la conducción.

Y precisamente por esa razón, la única persona que tiene el poder para decidir por Jalil o Saadi es la presidenta del partido y líder “espiritual”, la senadora nacional Corpacci. Hoy todas las miradas están puestas sobre ella.