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Santo del día 24 de abril: San Fidel de Sigmaringen

Por Redacción Inforama

La ciudad de San Fidel de Sigmaringen celebra hoy, 24 de abril, la vida y el legado del fraile Fidel, un hombre excepcional que nació en 1577 en una familia burgomaestre y demostró un gran talento desde temprana edad. Debido a ello, su padre decidió que estudiara y se graduara en derecho para convertirse en el abogado de aquellos que no podían pagar uno.

Sin embargo, a los 34 años, Fidel sorprendió a todos al pedir ser ordenado sacerdote. Y no se conformó con eso: ingresó en la orden religiosa de los capuchinos de Friburgo, que vivía de manera muy austera siguiendo el espíritu franciscano original. Allí, cambió su nombre por el de Fidel y se dedicó a vivir una vida de penitencia, ayuno y oración.

Fidel destacó en su carrera como fraile, ocupando diversos cargos y estudiando teología. Además, durante la epidemia de peste, se convirtió en el guardian del convento de Weltkirchen, donde demostró su valentía y dedicación al atender a los enfermos. Pero lo que lo hizo más conocido entre los fieles fue su habilidad como predicador, ya que sus palabras eran siempre firmes y basadas en la Palabra de Dios, y obtenía numerosas conversiones combatiendo contra las herejías. A pesar de que sus discursos eran simples y directos, eran comprendidos tanto por escritores como por campesinos. Y su ejemplo de vida orientada a la santidad era inspirador para todos.

Muerte

El fraile Fidel se enfrentó a una tarea difícil cuando se le pidió que predicara en Rezia, una región que incluía el actual cantón suizo de los Grisones, el Tirol y parte de Baviera, donde se había arraigado el calvinismo. Las luchas entre calvinistas y católicos eran frecuentes y un fraile que predicaba el regreso a la fe católica no era bien recibido. A pesar de esto, Fidel continuó con su misión incluso después de ser atacado durante una misa.

Finalmente, el 24 de abril de 1622, Fidel aceptó una invitación para predicar en Séwis, sin saber que era una trampa. A pesar de que las peleas comenzaron, Fidel continuó su sermón, pero pronto fue rodeado por veinte soldados armados que lo amenazaron para que renunciara a sus creencias. Fidel se negó y fue golpeado en la cabeza y apuñalado con una espada, pero perdonó a sus asesinos antes de fallecer. La muerte de Fidel fue un acto de martirio, fiel hasta el final, tal como su nombre lo indicaba.