Opinión

En el nombre del Pueblo

Los políticos buscan imprimir sus nombres en las obras que realizan. Pretenden que seamos agradecidos como ciudadanos por las tareas que tienen la obligación de realizar
Por Marcelo Sosa

Los políticos buscan imprimir sus nombres en las obras que realizan. Pretenden que seamos agradecidos como ciudadanos por las tareas que tienen la obligación de realizar.

Los consultores de imagen insisten en humanizar y darle una mirada más cotidiana a los dirigentes políticos.

Es por eso que ya prácticamente no se usa la figura de presidente/a, gobernador/a, intendente/a, ni siquiera sus apellidos, directamente el nombre de pila es el utilizado para hacerlos más cercanos y por ende supuestamente más humanos.

Alberto, Cristina, Mauricio a nivel nacional, Raúl, Lucía, Gustavo a nivel provincial, pero también en la historia de la provincia se insistió con acercar más a quienes nos gobernaron como Oscar, Arnaldo, Ramón, Vicente, etc.

Darle una entidad familiar a quien detenta la responsabilidad de administrar la cosa pública y el destino de los ciudadanos no le quita ni le merma responsabilidad.

Llamar por el nombre propio al dirigente no significa que la ciudadanía lo sienta más cercano o como integrante de su familia.

Llamar por el nombre propio al dirigente no significa que la ciudadanía lo sienta más cercano o como integrante de su familia.

Simplemente es un artilugio que utilizan las consultoras políticas para justificar los consejos pagos que dan.

La cercanía del dirigente no pasa por llamarlo por su nombre de pila identificándolo como alguien conocido, aún más alguien querido.

Se lo puede llamar por su nombre pero de igual manera estar enojado o disconforme con la gestión que lleva adelante.

La familiaridad no coincide con la calidad de gestión y eso muchas veces no lo entienden los que detentan el poder transferido por la ciudadanía a través del voto.

Los consultores insisten en acercar con estas acciones a las y los políticos, pero olvidan que la respuesta pasa por la solución de los problemas y estar atentos a las necesidades que tiene la comunidad que les toca administrar.

Cuando no se llega a fin de mes, cuando el sistema de salud o educación no es digno, cuando los servicios públicos son caros pero ineficientes; y sobre todo, cuando las perspectivas de un futuro mejor no se vislumbran de poco sirve que te llamen por tu nombre de pila.

Claro que las consultoras proponen utilizar estas metodologías de acercamiento hacia la comunidad por más alejado que un político esté de la realidad que le toca administrar.

Las consultoras pretenden solucionar problemas con hacer más humano al dirigente y la ciudadanía solo quiere soluciones a sus problemas, dos puntos que nunca se podrán tocar.

Obras, no palabras

También es muy común y lo es desde hace muchos años, personalizar las obras de gobierno.

Los carteles indicativos hablan de obra de tal presidente, de tal gobernador o de tal intendente con nombre y apellido.

Y muchas veces se resalta que dicha obra es gracias a ese dirigente.

Pero en definitiva estamos resaltando o agradeciendo una gestión para que la que fueron elegidos.

Sin dudas la comunidad vota a un presidente, gobernador o intendente para que haga las obras necesarias, que desarrolle un plan de gobierno, sino no sería elegido.

Es decir, se busca resaltar el trabajo para el que fue elegido.

Algunos municipios de otras provincias ya han tomado la determinación de no poner más los nombres de quien es el gobierno de turno.

Simplemente los carteles rezan: obra del Gobierno de… sin necesidad de resaltar el nombre del funcionario de turno.

Es decir, es la obra del gobierno de la provincia, del municipio o de la presidencia de la Nación.

Personalizar la gestión como si se tratara de una decisión personal no corresponde a una democracia participativa donde el pueblo delega en sus dirigentes a través del voto la gestión para el bien público.

Parece una utopía, pero venimos desde los comienzos de la vida como país en la visión donde los personalismos superan lo colectivo y donde lo que se debe hacer como obligación cívica se convirtió en un logro personal.

Las obras y los gobierno son del Pueblo y de eso no debe haber ninguna duda.