Hoy se conmemora la figura de Santa Inés de Montepulciano, una abadesa destacada de la Orden de Santo Domingo, cuya sabiduría y espiritualidad la convirtieron en una de las figuras más importantes de la Orden. Santa Inés, cuyo nombre de pila era Inés Segni, nació en Gracciano, Italia, alrededor de 1268, en una familia noble. Desde su niñez, fue educada en la espiritualidad dominica por las religiosas del monasterio de Montepulciano, ubicado cerca de su Gracciano.
La vida religiosa de Santa Inés comenzó a la edad de nueve años, cuando inició su formación en el monasterio del saco, donde se destacó por su generosidad, sacrificio y vida de oración intensa. Después de cinco años en Montepulciano, Santa Inés fue enviada junto con su maestra de noviciado, Sor Margarita, a erigir un monasterio de dominicas en Proceno, donde fue nombrada abadesa tres años más tarde.
Durante su tiempo como abadesa en Proceno, Santa Inés se dedicó al servicio de sus hermanas con profunda humildad y devoción, y allí se registraron los primeros testimonios de milagros obrados por su intercesión. Cuando su fama se extendió, las religiosas de Montepulciano solicitaron su regreso para que fundara un nuevo monasterio, pero Santa Inés rogó a Dios que le permitiera quedarse en Proceno, donde vivió durante 22 años más, hasta que recibió una señal divina en un sueño para erigir el nuevo monasterio en su tierra natal.
Con el apoyo de las autoridades de la Orden de predicadores y el patrocinio del Papa, Santa Inés regresó a la región donde nació y fundó un nuevo monasterio de monjas dominicas en las afueras de Montepulciano en 1298. Allí mandó construir una capilla dedicada a la Virgen María, que fue ampliada gracias a la colaboración de los fieles. Santa Inés gobernó la comunidad religiosa hasta su muerte, el 20 de abril de 1317, a la edad de 49 años.
Multiplicadora de los panes
Los años de la nueva fundación se caracterizaron por abundantes gracias y bendiciones, en los que Santa Inés tuvo arrebatos místicos y revelaciones particulares concedidas por el Señor. En más de una ocasión, dio de comer a decenas de personas en días de hambruna y carencia con uno o dos panes, recordando el milagro de la multiplicación de los panes obrado por Jesucristo.
Gracias a la biografía escrita por el Beato Raimundo de Capua sobre la santa, la devoción a Santa Inés se hizo muy popular entre los siglos XIV y XV. Finalmente, Santa Inés fue canonizada por el Papa Benedicto XIII junto con Santo Toribio de Mogrovejo el 10 de diciembre de 1726. La conmemoración de su vida y legado continúa en la actualidad como una inspiración para la vida religiosa y la devoción a la fe.