Opinión

Los últimos días del medio público: del esplendor al final denigrante

El proyecto comunicacional más ambicioso que tuvo la Provincia llega a su fin. El Gobierno alega insuficiencia presupuestaria. Quedan unos 50 trabajadores que serían reubicados en otros organismos. La conducción que Catamarca Radio y TV tuvo en esta gestión fue nefasta.
Por Marcelo Sosa

Catamarca Radio y TV, ese orgulloso polo audiovisual del Estado creado una década atrás, transita hoy un camino inexorable a la disolución. La programación propia se redujo a pocas horas y no hay planes de ampliarla, los sueldos se pagan cada vez con mayor retraso, los trabajadores reclaman y nadie responde. Su conducción se encuentra acéfala desde principios de año. Las dos últimas responsables que el Gobierno puso al frente del medio terminaron de sepultar, a pura incompetencia y malos tratos, lo que había sido un buen proyecto de comunicación institucional.

El antecedente de la televisión pública en la provincia data de 1985, durante el gobierno de Ramón Saadi. Si bien las primeras transmisiones se hicieron a mediados de ese año, fue en diciembre de 1986 que la Legislatura sancionó la Ley N°4420 por la cual se autorizó al Poder Ejecutivo a crear “Catamarca Televisora Color – Sociedad de Economía Mixta (SEM)”. Como todo nuevo proyecto oficial, “CTC Canal 6”, como se conocía al medio, tuvo un comienzo entusiasta, que sin embargo no se sostuvo en el tiempo.

Hasta 1989 funcionó en el 5° piso de la Galería Raiden. Pero como no contaba con licencia oficial, dependía de Canal 12 de Córdoba, pero tuvo problemas contractuales y se discontinuó. Luego empezó a transmitir por el Canal 9 de La Rioja. En 1991, la Intervención Federal desmanteló el canal.

En 2004, el canal se instaló, junto con Radio Provincia, en un ala del viejo Hospital San Juan Bautista, y en la grilla de aire la señal se empezó a transmitir por el Canal 7 (ATC). Todavía quedaba pendiente la licencia oficial.

En el retorno del peronismo al poder, en 2011, la gobernadora Lucía Corpacci puso mayor interés en el tema. Fue a visitar las instalaciones del canal y las condiciones de trabajo de sus 20 empleados, a las que calificó como “deplorables”, y se comprometió a hacer algo nuevo. En su primer mensaje a la Asamblea Legislativa, en 2012, anunció la puesta en marcha de Catamarca Radio y Televisión Sociedad del Estado (SE).  

Designó a la realizadora audiovisual Mariel Bomczuk como directora y le encargó un diagnóstico. Y contrató al especialista en medios Sergio Chamorro para que elabore un plan integral de actualización y mejora de la televisión provincial. A mediados de mayo de 2012, se presentó el proyecto audiovisual en el 8° Encuentro Nacional de la TV Pública realizado en Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En julio de ese año el Gobierno consiguió finalmente la licencia para prestar el servicio de televisión abierta en el territorio provincial, y unos meses después comenzó la construcción del edificio en el CAPE.

El 30 de abril de 2014, se inauguró finalmente Catamarca Radio y TV. El edificio contaba con tres sets de producción audiovisual en la planta baja, sala de control, sala de producción, otra de edición, un taller para escenografías, sala de maquillaje y equipos de última generación. En la planta alta se instaló la radio, con dos estudios, uno de emisión y otro de grabación, con sus respectivos controles.

Lucía Corpacci corta las cintas de inauguración de Catamarca Radio y TV, en abril de 2014.

Al frente de la sociedad estatal la gobernadora Corpacci designó a Daniel Gutiérrez, mientras que los vocales fueron Carlos Quiroga y Aldo Creche. Los tres identificados políticamente como “ahijados” del exsenador nacional Mario Fadel.

“En estos últimos tiempos escuché, y es lamentable, denostar la medida de que tener un canal público es para hacer política partidaria, para tirar plata de la provincia. ¡Qué poco coherentes somos! Tener un canal público significa para esta gestión de gobierno poder mostrar una Catamarca entera, mostrar todos nuestros valores, nuestros saberes y capacidades”, expresó Corpacci en el acto inaugural.

Desde allí y hasta la pandemia, en 2020, el medio sostuvo una producción constante. La programación arrancaba a las 7 y terminaba a las 24, con contenidos de interés general, informativos y entretenimiento.

El estudio principal de Catamarca Radio y Televisión. El equipamiento es el mejor de la provincia.

Hoy, en cambio, el único programa que transmite la televisión va de 10 a 12 (“Abrimos Hilo”). El resto es todo externo y repeticiones de programas ya emitidos. La radio con imágenes va de 7 a 10 (“Amanece Catamarca”), y de 16 a 20 (“Ni Fu ni Fa” y “Tardes de Gloria”)

¿Qué ocurrió en los últimos años para llegar a esta decadencia?

El principio del fin

Los desmanejos más torpes comenzaron tras la designación de Eugenia Rosales Matienzo -hermana del hoy exministro de Gobierno Nicolás Rosales- al frente de la Secretaría de Comunicación de la Provincia y presidenta del directorio del Catamarca Radio y TV, en la gestión de Raúl Jalil.

El episodio que marcó su final fue la escandalosa censura de un programa deportivo (“Tirame un centro”), conducido por el periodista Silvio Iramaín, quien cuestionó los gastos realizados para la reinauguración del Estadio Bicentenario, que a su criterio deberían ser destinados a apoyar actividades deportivas populares y huérfanas de respaldo económico. Aunque no lo mencionó, Iramaín insinuó que el responsable de la restauración, el entonces ministro de Infraestructura Eduardo Niéderle, fue quien dirigió la obra de construcción del “Coloso de la loma” como responsable técnico de la empresa Capdevilla. Un hecho bien conocido que fue objeto de bastantes críticas.

Luego de eso, Rosales Matienzo mandó a uno de los vocales del directorio, Pablo Sastre, para comunicarle a Iramaín que el programa había sido levantado por órdenes superiores. “Arriba están re calientes”, le dijo. Lo que la funcionaria no imaginaba era que el hecho iba a tener una fuerte repercusión en organismos de prensa tales como FOPEA, Fatpren y, por supuesto, opositores políticos.

Horas después, el entonces ministro de Gobierno, Juan Cruz Miranda, y el secretario de Prensa, Diego Moreno, le aseguraron a Iramaín que el programa volvería al aire y le pidieron disculpas en nombre del Gobernador. Miranda anunció en esa ocasión el cambio de mando: en lugar de Rosales Matienzo -que fue designada en un organismo con cero exposición-, asumió Guadalupe Segura, quien venía de ser jefa de Prensa del Ministerio de Salud.

Eugenia Rosales Matienzo y Guadalupe Segura, las dos directoras del medio de la gestión actual.

Si con Rosales Matienzo la situación laboral de los trabajadores del medio era insostenible y arreciaban los pedidos de licencia por razones de salud, con Segura todo se agravó. El personal pudo comprobar, tristemente, que el remedio fue peor que la enfermedad.

Al vaciamiento progresivo en la programación se sumaron los desplazamientos de una docena de periodistas y productores, con el argumento de que no eran necesarios porque poco se producía; es más, tampoco había intenciones de producir más. En cambio, el canal sumó abogados, contadores y hasta una psicóloga amiga de Segura. O sea, ninguna afinidad con la actividad. Estaba claro que el proyecto audiovisual se había convertido en una bolsa de trabajo de la política.

Luego se produjeron los retrasos en los pagos de sueldos y de aportes. Y eso desencadenó medidas de fuerza y conflictos laborales en los que debió intervenir la Dirección de Inspección Laboral con llamados a conciliación obligatoria. Hoy quedan unos 50 trabajadores a la espera de una definición sobre su futuro laboral.

Pero lo peor fue el trato deshonroso hacia la gente. En un comunicado difundido en abril pasado, los trabajadores aseguran que muchos de ellos “padecieron la persecución, gritos y malos tratos de la Lic. Segura, que sin escrúpulos trataba como trapo de piso a muchos/as denigrando, sin empatizar, hasta tratando de ‘preñada’ a una compañera embarazada”. Una actitud que bien podría haber sido denunciada en la Justicia.

¿Era necesario terminar la era de la comunicación pública en la Provincia con un trato tan humillante a los trabajadores?

Una de las manifestaciones de los trabajadores en reclamos de sueldos y certeza laboral.

Tanto desprecio por el personal técnico y periodístico de Catamarca Radio y TV quedó demostrado, además, en la cobertura de la edición de la Fiesta Nacional del Poncho 2024. Una semana antes del inicio, los camarógrafos y técnicos del canal habían relevado las necesidades en el Predio Ferial y organizaron los turnos de cobertura. Pero Segura les dijo que ya se había contratado a una productora de La Rioja para que se ocupe de todo, y que a lo sumo necesitaría cubrir algunas horas con personal propio.

Es decir, en lugar de aprovechar los recursos humanos y técnicos existentes en la provincia, el Gobierno le pagó al canal de televisión riojano la transmisión de la fiesta más importante de los catamarqueños. Una incoherencia inexplicable.

En diciembre pasado, Segura decidió abandonar Catamarca Radio y TV, ya sin posibilidades de garantizar la continuidad de nada, ni siquiera del pago de sueldos. El último día ingresó al canal con la cabeza gacha, sin mirar a los trabajadores. Y así salió. La despidieron con aplausos en señal de satisfacción de no verla más.

Así como su antecesora, Segura también encontró cobijo en otro cargo público bien rentado. Estará en el Ministerio de Desarrollo Productivo que conduce su jefe político, Juan Miranda. Tal vez le encarguen manejar la información del organismo.

¿Gasto improductivo?

El Gobierno ya decidió poner punto final a Catamarca Radio y TV. Ahora tendrá que resolver la situación del medio centenar de trabajadores. Según trascendió, algunos serán reubicados en otros organismos públicos y a otros se les ofrecería el retiro voluntario.

La versión oficial es que el cierre del canal y la radio responde a la necesidad de achicar el gasto público. Lo mismo que se hizo con la reducción de la estructura del gabinete del Ejecutivo, que pasó de 16 a 12 ministerios. Sería un ahorro en el gasto operativo, no en el gasto político.

Con la eliminación del medio público, el Gobierno provincial concluyó que la difusión de la cultura y la ciencia, la educación y el deporte, la promoción social y las campañas de salud no son necesarias.

En suma, no solo contenidos sin interés comercial, sino también aquellos que solo el Estado puede producir y comunicar, tales como las bellezas naturales del interior profundo, la oferta turística y los tesoros ancestrales.

Tal vez al Gobierno le alcance con algunos acuerdos “estratégicos” de pauta publicitaria con ciertos medios para informar solo lo que le interesa y conviene. Es la concepción utilitaria de la comunicación.

Si gobernar es priorizar, borrar el medio público representa un claro indicador.