El renunciamiento electoral de Alberto Fernández descolocó al gobernador Raúl Jalil, que había atado su suerte a la del Presidente al decidir que los comicios provinciales se realicen en la misma fecha que los nacionales. La alternativa para evitar un efecto arrastre negativo es replicar el modelo de boleta única -con votación por separado- que implementará la CABA. El más interesado por esta variante es el intendente Gustavo Saadi, quien cada día cobra un protagonismo mayor en el escenario peronista catamarqueño.
Pese a que la Constitución provincial le permite convocar a las elecciones locales “un domingo de marzo”, como de hecho se hizo en varias ocasiones, Jalil jugó al misterio hasta último momento y finalmente dispuso que los catamarqueños voten en octubre, al igual que Buenos Aires, CABA, Chubut y Santa Cruz. Es el “grupo de los audaces”. Otras 16 provincias, en cambio, desdoblaron sus comicios. Santiago del Estero y Corrientes fueron a las urnas en 2021.
Fue el intendente Saadi el que más renegó por la simultaneidad electoral. “Nos llenamos la boca hablando de federalismo, pero parece que hay que pedir permiso a la Nación sobre cuándo vamos a hacer una elección. Lo decidamos los catamarqueños”, expresó en noviembre pasado, ostensiblemente molesto.
La razón es más que obvia: Saadi sería el más perjudicado en la provincia por una mala elección del Frente de Todos en el orden nacional, ya que el efecto arrastre se da sobre todo en los centros urbanos. Si él ya lo había visto como un riesgo en aquel momento, mucho más ahora con la economía desmadrada y la gente más empobrecida y asustada.
Jalil había justificado su decisión de no desdoblar los comicios porque entre las PASO y las generales en marzo, la Provincia debería gastar unos “1.000 millones de pesos” extras en todo el operativo, según explicó. Sin embargo, lo que más molestó a Saadi es que en ningún momento fue consultado por Jalil. Tampoco lo hizo con la jefa del PJ provincial, la senadora nacional Lucía Corpacci.
En cambio, los gobernadores de provincias similares a Catamarca, como La Rioja, La Pampa y Formosa, decidieron “gastar” en el desdoblamiento con tal de no quedar pegados al destino del Frente de Todos, por ahora sin candidatos con chances de revertir la mala imagen y la paupérrima intención de voto que le adjudican los consultores. Es claro que si se trata de conservar el poder político, hacer una elección apartada de la Nación, más que un gasto, es toda una inversión.
La semana pasada, el Concejo Deliberante capitalino empezó a debatir un proyecto de ordenanza para implementar la boleta única en San Fernando del Valle. Tendría características parecidas a la que aplicará Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), esto es, en urnas separadas de los cargos nacionales. O bien como la usada en las últimas internas de la UCR catamarqueña, con una boleta con todos los candidatos y un casillero para tildar el voto. Para ponerla en práctica faltan pulir detalles. Lo importante es que Saadi no ocultó su simpatía por la iniciativa.
El intendente peronista ya venía comentando en círculos afines su intención de desdoblar las elecciones municipales en caso de que el Gobierno provincial no diera muestras de un “proyecto político” con claras perspectivas de triunfo. Ahora la oportunidad se le presenta de la mano de dos experiencias opositoras. Pareciera que la política se vuelve verdaderamente el arte de lo posible en estas encerronas.
Climas oficialistas
Hoy en el oficialismo provincial se respiran dos climas muy diferentes.
En el lado del Ejecutivo provincial reina la incertidumbre. Jalil no dijo si pretende ir por la reelección o si dará un paso al costado. Sus funcionarios no se atreven a aventurar nada; por las dudas, el calendario que manejan no va más allá de diciembre. El puñado de intendentes que antes pedían por un nuevo mandato, ahora guardan silencio. Ni siquiera los que fueron de “turismo político” por el exterior arriesgan un pronunciamiento. También es notorio el mutismo del PJ.
A la vez, esta semana el peronismo se enteró por boca del intendente radical de Belén, Daniel “Telchi” Ríos, que el gobernador Jalil analiza la posibilidad de separar la votación provincial de la nacional con una boleta única al estilo CABA. Aseguró que tal confesión le hizo Jalil al término de un acto de entrega de viviendas en ese departamento, y puso a su par de Villa Vil, Ramón Villagra, como “testigo”. ¿Cuál fue el propósito de usar a un dirigente opositor como vocero de semejante giro?
Si lo que anunció el “portavoz” Ríos es efectivamente decisión tomada, es de suponer que el Gobierno deberá informar en breve el cambio de reglas de juego para las próximas elecciones y todas las precisiones sobre su implementación. Lo deben saber, por las vías que corresponden, las fuerzas políticas, la Justicia Electoral y la ciudadanía.
Por el lado del municipio capitalino, en cambio, se percibe un clima muy diferente. El equipo que acompaña a Saadi desborda euforia. Unos y otros entran y salen exultantes del despacho mayor, como si únicamente recibieran buenas noticias. “Es el momento de la reina”, expresa uno de ellos con el puño levantado, en alusión al juego de ajedrez que, dicen, se armó puertas adentro del partido en la última renovación de autoridades municipales y provinciales de 2019.
Si bien siempre en estas instancias circulan sondeos de opinión, algunos más serios que otros, sobre la imagen e intención de voto de los principales referentes políticos del oficialismo y la oposición, Saadi por ahora escucha a los dirigentes y punteros barriales.
De hecho, uno de los peronistas que trabaja a favor de la postulación del intendente capitalino a la Gobernación, y que hasta organizó un acto partidario reciente para promoverlo, es el encargado de “olfatear la calle” y de transmitirle a Saadi lo que dice y quiere el vecino común.
Aunque no lo admita públicamente por pura cautela política, es un hecho que el intendente ya piensa en el desafío del sillón de Mate de Luna. Empieza a develarse el alcance del lema “Gustavo 2023” del cotillón capitalino.