Sólo dos horas. Ese fue el tiempo que transcurrió desde que el diseñador industrial argentino Cristian Mohaded enviara un proyecto hasta recibir la aprobación. Todo un récord si se tiene en cuenta que el visto bueno provenía de la línea de interiores de Loro Piana, una firma italiana de híper lujo.
Inspirado en su Catamarca natal y en menos de un día, había bocetado dibujos hechos a mano partiendo de una idea muy conceptual. Luego, esos primeros trazos darían forma a una instalación y una línea de mobiliario en colaboración con la marca. Ambas se presentaron en la última Milano Design Week.
La historia de ese trabajo en conjunto había comenzado a tejerse antes. En 2019, en una comida organizada por un amigo en común, Mohaded conoció a Francesco Pergamo, director de Loro Piana Interiores. En septiembre último volvieron a coincidir y, como cada vez que se veían, repetían: Tenemos que hacer algo juntos.
En el último encuentro, el diálogo fue más concreto. “Me dio unos inputs de lo que significa Loro Piana, la importancia del cuidado de la naturaleza y la elección de los materiales. Veían en mi trabajo ese respeto por el saber hacer. Fue increíble llegar a ese punto, que una marca prestigiosa confiara en un estudio de diseño argentino”, dice.
Así nació la línea Apacheta, un concepto que le rondaba hacía tiempo y que remite a la Pachamama. Es una forma de decirle gracias y pedir permiso por medio de montículos de piedras que se levantan como sitios sagrados.
“En una apacheta uno se convierte en parte: una persona pone una piedra; luego, otra. Son viajeros anónimos que la construyen, y debe estar bien colocada para que no se caiga la estructura. Es la capacidad de vincularnos y colaborar entre todos”, agrega el artista.
Las apachetas dieron forma a la instalación de inspiración andina: 12 torres circundaban las piezas de mobiliario dentro de una caja blanca en el salón de Milán. “Loro Piana tiene eso de austeridad, calma, y así lo representamos en la instalación, con música experimental envolvente. Nos elogiaron porque transmitía tranquilidad, la necesidad de caminar despacio, en silencio”.
Cuando pensó el mobiliario, lo ideó para recorrer pequeños paisajes inesperados en cada una de las piezas, no en sólo diseñar un sofá o una mesa. “Cada mueble es muy natural, y los materiales son textiles, madera tallada y cerámica”. La colección consta de seis piezas que se hacen a pedido.
Unos meses antes de la muestra, Loro Piana le había propuesto crear un bolso, el Arca Bag, confeccionado en mimbre tejido y piel Velvet Calf, termomoldeada en 3D. Una edición limitada de 30 unidades que sólo se vende en Milán. Así se convirtió en el primer diseñador fuera de la empresa en firmar un producto.
Nada cambia su modo pausado de hablar, ni la adrenalina ni la emoción que sintió en Milán, “una intensidad que nunca viví. Con todos los hablaba querían viajar a la Argentina”. Así Mohaded, conocido internacionalmente por sus trabajos innovadores, ha demostrado una vez más su habilidad para impresionar a los referentes del sector. Nació hace 43 años en Recreo, Catamarca, y estudió en la Universidad Nacional de Córdoba. Avanzar y aprender de los errores era su leitmotiv.
Reconocido en el exterior –suele diseñar para Roche Bobois, entre otras firmas–, su periplo incluyó presentaciones en Francia, en la Bienal de Londres y viajes a Europa, donde vive entre 9 y 10 meses. A partir de la muestra Entrevero, en 2018 en Miami, dos de sus piezas –el sillón Aro y el jarrón Raza– pasaron a integrar la colección permanente del Museo de Arte de Filadelfia. La silla Twist 2, que realizó con Ricardo Blanco, se encuentra en el Museo de las Artes Decorativas de París.
Dice que en Milán les contaba a los visitantes las maravillas de los paisajes catamarqueños. Con sus relatos los encantaba al hablar de los médanos, montañas y desiertos; de Ojos del Campo, las tres lagunas de colores, siempre destacando los lagos rojos; el campo de Piedra Pómez “uno de los lugares más únicos del planeta, parece la luna”.
Elogios de sus raíces que no sólo promueve ante el público internacional: lo hacía también mientras exponía en el Museo Nacional de Arte Decorativo el año último y hasta cuando comparte un café en cualquier bar porteño. Dar a conocer esos paisajes, en todas las variables posibles, es su pasión, tanto como lo es el diseño. Por eso, cuando confluyen, se genera una magia que hasta a él le sorprende.