La serenidad del majestuoso templo, diseñado por Luis Caravati como la morada citadina de la virgen morena se ve interrumpida por aplausos, suspiros o felicitaciones cuando, entre rezos y cánticos, los fieles en misa descubren a quienes recorren kilómetros para llegar a los pies de la Virgen y darle las gracias, en una ceremonia de auténtica y devota emoción.
Ariel Figueroa, un bombero voluntario, volvió a su Catamarca natal, días atrás, para cumplir también una promesa con la Virgen del Valle. Llegó acompañado por su hija, su familia y sus camaradas bomberos. Escoltado por el móvil Halcón del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de la Capital, Ariel inició su peregrinación subiendo las escalinatas, atravesando la gran nave central y finalmente ascendiendo, peldaño a peldaño, hasta el Camarín de la Virgen. Lo hizo con su traje estructural de bombero y el equipo de respiración autónoma, lo que suponía unos 40 kilos de peso extra, bajo una temperatura extenuante como la del pleno verano catamarqueño. Sin embargo, nada pudo frenar ese peregrinar pendiente. Ariel por su experiencia conoce lo que significa el sacrificio y la abnegación.
En el 2020, le pidió a la Virgen poder ingresar al Cuartel 154 de Bomberos de Presidente Derqui, donde vive, para poder cumplir esta misión de ayudar al prójimo. Quería hacerlo en serio, con una entrega indiscutida y comprometida, como la que diariamente realiza en aquella ciudad bonaerense desde hace 4 años. Para Ariel, la Virgen lo bendijo en esa tarea, cuidándolo desde entonces y permitiéndole cumplir ese mandato ejemplar que no está al alcance de cualquiera. "Me fui hace 20 años y en plena pandemia me uní al cuartel. Es una cosa que no puedo explicar, una sensación única que sentimos cuando ayudamos a la gente, cuando salimos a los rescates, a los incendios o a cualquier servicio. Somos muy compañeros en el cuartel, alrededor de 60 personas de un equipo al que es un orgullo pertenecer", expresó el bombero tras reencontrarse con la madre morena. "Vine con mi hija, mi sobrino, mis cuñados, entre ellos un ex combatiente y sobre todo con mi madre, que me dio el ejemplo. Quiero que se sienta orgullosa de su hijo", añadió Ariel emocionado.
Mientras los visitantes del Camarín, el lugar íntimo donde desde 1916 la morenita aguarda a que sus hijos devotos la veneren, admiraban las pinturas y los vitrales luego de su rezo, un bombero se tomó unos minutos, con la cabeza gacha y el corazón henchido, para dar gracias. Por cada jornada en la que él, junto a sus compañeros y compañeras, se entregan con su bendición y bajo su manto para que, en cada accidente, incendio o siniestro, puedan cumplir con su misión y salir con vida.