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Producir en Tinogasta: un agricultor relata los desafíos de emprender en esa zona

José Muñoz, explicó de qué manera influye el clima de la región andina en los distintas actividades productivas, presentes en el departamento del oeste catamarqueño.

José Muñoz, docente, agricultor y apicultor de una escuela agrotécnica de Tinogasta, habló en un medio nacional acerca de las dificultades de su trabajo en esa región dadas las condiciones del suelo, el clima árido y los altos costos de producción.

“Lo que cuesta es perseverar, mantenerse”, sostuvo en la entrevista, en la que también relató que busca incentivar a otros productores a permanecer en la actividad y transmitirle a los jóvenes la pasión por la producción orgánica y la biodiversidad.

“La enorme mayoría de los productores son agricultores familiares, trabajan en no más de tres o cuatro hectáreas de tierra en cultivos como el olivo, membrillo y la vid”, comentó a La Nación el profesor en Biología nacido en Comodoro Rivadavia.

Las dificultades de las que habla, se dan porque en la región andina la producción agrícola está sujeta al riego que se hace con captación de agua de los ríos que atraviesan el valle y es distribuida por canales. Los ríos nacen en las altas cumbres cordilleranas y se alimentan del deshielo, por lo que el verano se convierte en un momento de crecientes que ponen en jaque las estructuras de riego. Mientras que en el resto del año, se registra la falta de lluvias lo que provoca que el agua escasee y complique la producción.

Pero “lo que valoro es a los productores que todavía se mantienen, que pueden pasar los años, sufren heladas, y atraviesan momentos de pérdidas de cosechas por las plagas y situaciones adversas a la producción agropecuaria, pero se mantienen produciendo”, dice José que actualmente se desempeña como asesor técnico en la Secretaría de Producción en la municipalidad de Tinogasta.

También se dedica a la cría de cabras y ovejas, además de ser productor olivícola, viticultura y apicultor en una región con una amplia amplitud térmica, donde en época de verano las temperaturas pueden alcanzar los 45°C y durante la noche pueden llegar a los 10° C, que imposibilita el desarrollo adecuado de otros cultivos.

Los desafíos de cosechar en una zona árida están condicionados por los mercados y los volúmenes de regiones con producción masiva. “Cuando se va con cantidades a los mercados, volumen en toneladas, el negocio es diferente. En nuestra zona hay un 95% de pequeños productores, minifundistas de tres y hasta cinco hectáreas, contrario al productor de la pampa húmeda, que tiene mayor cantidad″, ejemplificó.  Tinogasta produce 10 millones de kilos de uva que se destinan al consumo en fresco, pasas, mosto y un número inferior pasa al vino", manifestó.

"En el campo descubrís una pasión que es difícil de describir y solo a los que les gusta el campo lo pueden experimentar: el contacto con la naturaleza lo cambia todo”.

José Muñoz, productor en Tinogasta

La falta de humedad en los perfiles obliga a los productores a tomar el agua de los cauces y realizar el riego. “Toda el agua que necesitamos para los cultivos la sacamos de los ríos. No dependemos de las lluvias, acá no llueve. Sin embargo, cuando llueve puede pasar que caigan lluvias torrenciales, caen crecientes y esas tomas que se hicieron se las llevan el río, entonces hay que volver a hacer tomas para poder captar el agua”, describió.

Al tener el suelo arenoso, la infiltración del agua es importante, por lo que se debe estar regando cada 25 o 30 días.  “Todo eso complica a los cultivos. El olivo y la vid tolera un poco la sequía, son los que más se adaptan. Pueden aguantar hasta un mes sin agua”, señaló. Sin embargo, aclaró que los costos asociados a la producción de vid complican la actividad. “Lo más triste de todo esto que se hace bastante costoso es que cuando uno vende la uva el precio es muy bajo. Eso desilusiona al productor para no seguir trabajando la viña”, añadió. Y explicó que la solución que él vislumbra es industrializar

A pesar de estos desafíos, contó que las escuelas agrotécnicas en Tinogasta son piezas estratégicas para el desarrollo productivo de las zonas rurales y el arraigo de los jóvenes en el campo.

Sin embargo, “a veces, las ganancias no son las que uno como productor espera, pero se sigue produciendo. Eso es lo que falta en los jóvenes, que no se animan a producir porque tienen miedo a perder.

Debido a su gran conocimiento y trabajo, José fue reconocido con el premio “Alma de la Ruralidad” por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).