Argentina enfrenta una creciente crisis inflacionaria a medida que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) alcanza un sorprendente 12.4% en agosto, marcando el nivel más alto desde el colapso económico de 2002. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó que la devaluación del peso argentino, que perdió un 20% de su valor, fue un factor fundamental detrás de este aumento de precios.
El informe del INDEC muestra que los alimentos y las viviendas fueron los rubros más afectados, lo que refleja la creciente presión económica que enfrentan los argentinos en su vida diaria. La inflación anual alcanzó un asombroso 124.4% en los últimos doce meses y en los primeros ocho meses del año, el IPC ha acumulado un aumento del 80.2 por ciento.
Este repunte de la inflación es la primera consecuencia visible de la devaluación del peso argentino, que ocurrió después de las elecciones primarias (PASO). El Gobierno busca implementar medidas para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, en un intento por evitar un aumento pronunciado de la pobreza en el país debido al encarecimiento de la canasta básica.
El Ministerio de Economía también estuvo negociando con empresas de consumo masivo para acordar precios en productos esenciales. Sin embargo, aún queda un número significativo de empresas fuera de estos acuerdos, lo que complica la estabilización de los precios.
Los analistas económicos expresaron preocupación por la rápida devaluación del peso y la generosidad fiscal previa a las elecciones de octubre como factores de riesgo para la inflación. Se proyecta que la inflación continúe en aumento en 2023, lo que representa un desafío importante para la economía argentina.
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