El juez federal Miguel Ángel Contreras dispuso que Edgar Adhemar Bacchiani sea trasladado nuevamente al Servicio Penitenciario provincial, luego de que se dieran por concluidas las medidas probatorias de verificación de activos.
Contreras mencionó que la situación fue "frustrante" ya que el imputado se negó a cooperar y dio justificativos poco verosímiles. Luego de recibir el primer informe de los peritos especializados de Gendarmería Nacional, había cuestiones que aclarar y lejos de mostrar voluntad, Bacchiani simplemente eludió la situación.
Primera jornada: la captura de pantalla
En la primer verificación, Bacchiani escondió la pantalla del iPhone con el que operó y tras cantar sus movimientos, mostró una captura de pantalla que según el, era un código QR que identificada su Trust Wallet y un monto aproximado de 58.711.171 USDT. Pero en otra parte de la aplicación Binance, denominada "Futuros", que es donde se opera con las criptomonedas, la cifra era diferente: aproximadamente 58.711,1718 USDT. Una coma que representa un abismo de diferencia.
Bacchiani exhibió en una Trust Wallet 58.711.171 y 58.711,171 en Binance, una coma que representa un abismo de diferencia.
El acusado intentó explicar que los montos se veían así porque estaban encriptados, pero los peritos sospecharon que la captura de pantalla exhibida podía ser falsa. Ante la negativa de mostrar más que eso, se concluyó la audiencia y el juez aguardó el informe de los peritos. A la prensa, que esperaba afuera, explicó lo que pasó: el Trader God mostró 58 millones pero había que ser cautos, restaba comprobar que fueran de él y que podía disponer de los mismos.
El viernes por la tarde, la palabra especializada se plasmó en el expediente: si bien la billetera virtual se conectaba a través de una API, la información sobre el dinero disponible tenía que ser igual en la wallet y en Binance. La gigante disparidad de montos era señal suficiente para desconfiar.
Posiblemente la captura de pantalla haya sido hábilmente editada para mostrar una realidad inexistente y poder armar una narrativa favorable al imputado. Un escenario donde Bacchiani es una víctima que tiene los fondos, pero no lo dejan pagar.
Se fijó entonces el segundo round para el CEO de Adhemar Capital, quien es en definitiva el interesado en mostrar que posee capacidad de pago para poder recibir la tan anhelada domiciliaria.
Segunda jornada: la no transferencia
En la misma habitación donde se realizó el primer día la verificación de activos, se reunieron todas las partes: abogados defensores, abogados querellantes, peritos y representantes de la Justicia Federal. Todo quedó filmado y se labró un acta que será incorporada al expediente (ese elefante que ya acumula más de cuarenta y tantos cuerpos).
El "Trader God" no quiso abrir sus cuentas aduciendo que ya lo había hecho. Posteriormente, remarcó que lo haría sin los querellantes presentes. Luego de un ida y vuelta verbal entre todos, se ofreció a hacer una transferencia para comprobar que él podía disponer del dinero.
Bacchiani manifestó que podía transferirle unos pocos USDT a su abogado, Lucas Retamozo, pero allí habría sido retrucado por el juez federal, quien le pidió que transfiera 100.000 USDT, una cifra que no debería ser un problema para él.
Haciendo una inmersión en el plano de la deducción: al pedirle un monto superior a los 58 mil USDT que figuran en Binance, quedaría claro sí puede o no disponer de esos 58 millones que dice ostentar. Si de esos 58 millones, se descontaban los USDT transferidos, quizás se podría confiar. Bacchiani no quiso.
Repentinamente, puso en tela de juicio los celulares provistos por su propio asesor legal, esgrimiendo un temor a ser hackeado, pese a que los teléfonos eran los mismos que usó días atrás, donde se había jactado de que eran invulnerables e inhackeables. Cuando les preguntaron qué asidero tendría la información de un posible ataque informático, señalaron que tenían información reservada, pero quedó en la mera palabra.
Por último, habría pedido un plazo de 48 horas para hacer la transferencia con medidas de seguridad reforzadas. Pero todos estaban allí para terminar sin mayores dilaciones.
El remate
Con los ánimos caldeados, uno de los peritos pidió que se lo deje demostrar que la captura de pantalla que había exhibido en la primer audiencia el imputado era algo sencillo de montar. En cuestión de minutos, generó una imagen idéntica por un monto incluso superior.
Se concluyó el peritaje y en breve, habrá un nuevo "lapidario" informe técnico. Mientras tanto, el encausado regresará a dormir en una celda dentro de la cárcel.
El abogado querellante Diego Martín Figueroa, consideró lo ocurrido como una "estafa procesal" por parte del acusado. “La medida de prueba ha fracasado pura y exclusivamente por culpa de Edgar Adhemar Bacchiani, que ha tomado al sistema de justicia, los querellantes y los damnificados a su antojo. A todo le ha buscado la quinta pata al gato”, dijo.
Hasta este punto, hasta esta prueba, se llegó por pedido del propio imputado, quien manifiesta voluntad de demostrar cosas que aparentemente luego se rehúsa a demostrar. Y no es la primera vez.
Se dice que los magos, los encantadores, los ilusionistas, no pueden repetir sus trucos muchas veces, no vaya a ser que un escéptico descubra que todo está atado con hilos finos.
En las calles, los damnificados empiezan a mostrar grietas entre sí. Ya hubo enfrentamientos, comunicados y acusaciones de todo tipo entre ellos. Muchos con la soga al cuello por las deudas que les causó esta "cripto-estafa", un día piden cárcel común y al siguiente domiciliaria, desconcertados.
La magnitud del daño es inconmensurable.