En Catamarca, mientras agosto pinta de color y vida las calles y avenidas de la ciudad, los lapachos emergen majestuosos, inundando el paisaje urbano con su vibrante belleza. El espectáculo de sus flores, que parecen llover desde las alturas, marca el inicio del fin del invierno y da la bienvenida a la primavera que se aproxima.
Los lapachos, árboles originarios de Sudamérica, encontraron en Catamarca un hogar ideal para desplegar todo su esplendor. Conversamos con el reconocido Ingeniero Agrónomo Andrés Ahumada, propietario del vivero "El Taller de la Flor", quien nos brindó una mirada profunda sobre esta especie arbórea que ha conquistado los corazones de los catamarqueños.
"El lapacho es una planta noble, un ser vivo que ha demostrado una gran adaptabilidad a lo largo del tiempo", compartió Ahumada a INFORAMA con una sonrisa serena. No solo destaca por su deslumbrante apariencia, sino también por su madera de alta calidad y sus propiedades medicinales, elementos que han hecho de este árbol un ser multiusos en la naturaleza y en la cultura local.
Una de las características más notables del lapacho es su capacidad para resistir la sequía una vez que ha alcanzado cierto nivel de crecimiento. Ahumada enfatizó que, gracias a esta resistencia, los lapachos se han convertido en guardianes del verdor en momentos de escasez de agua, proporcionando sombra y respiro en medio de climas áridos. "En especial, el lapacho rosado se erige como un símbolo de rapidez en su crecimiento, ofreciendo sombra abundante en un lapso más corto", agregó.
Ahumada señaló que los meses de agosto y septiembre son los elegidos para esta impresionante exhibición de colores de los lapachos. Cuando nuestras avenidas se adornan con flores de lapacho, es como si la naturaleza nos guiñara un ojo, indicándonos que el frío se retira y la calidez está en camino. La floración del lapacho está íntimamente asociada con el fin de la época de frío y la promesa de la primavera. "Su floración está asociada con el final del invierno", dijo el ingeniero agrónomo.
En cada rincón de Catamarca, los lapachos no solo aportan una estampa visual única, sino también un significado profundo. Son testigos del paso del tiempo, símbolos de resiliencia en la adversidad y heraldos de la temporada más esperada del año. Así, mientras sus flores caen suavemente, los lapachos nos recuerdan que la naturaleza, en su diversidad y hermosura, siempre tiene algo especial para regalarnos.