Se dice que las cajas de jubilaciones siempre son deficitarias, que pierden plata, pero siempre la caja de los jubilados fue el gran botín y causante de guerras internas por su manejo.
Se dio a conocer un pequeño aumento de 15% y se anuncia con bombos y platillos como si se tratara de un premio. Lejos estamos de las imagen de jubilados de cualquier punto del mundo, que al terminar su vida laboral se dedican a disfrutar la vida y viajar por el planeta.
Los jubilados comunes y corrientes -no los que tienen privilegios- son la clase más postergada, golpeada y subestimada que tiene el país. Esos que aportaron toda su vida, que construyeron la Argentina, tienen sus haberes comidos por la inflación.
El paraíso de los jubilados no existe y es algo que tarde o temprano nos va a tocar a todos.