Gastón Pons, un catamarqueño que encontró su hogar en Europa, compartió sus experiencias al recorrer las calles de Nápoles y sumergirse en la devoción inquebrantable que los italianos sienten por Diego Armando Maradona.
Si de algo no hay duda es que el recuerdo de Maradona es inmenso; fue, es y será una leyenda del fútbol argentino. Con una mezcla de reverencia y nostalgia, Gastón Pons intentó analizar, de manera subjetiva, lo que Diego generó en Nápoles.
"Entrar en Nápoles es como entrar en una caja de esperanzas desordenadas, o como su hipónimo, una ilusión expectante, o tal vez sea su hiperónimo, que es el sentimiento, pero para Nápoles, no hay un antónimo específico" así inició su relato Pons. Esta analogía destaca la complejidad de las emociones que Maradona evoca en los napolitanos.
Gastón continúa describiendo el impacto de Maradona en la ciudad italiana: "Aquel hombre llegó para cambiar la historia del lugar. Él no nació en su tierra de tomates, sino en Fiorito. Fue el primero en crearse el destino. No le daba temor las circunstancias de ser diferente, a cada paso fortalecía su oficio de crearse mundos, en una ciudad desconocida." Estas palabras intentan reflejar cómo Maradona se convirtió en un agente de cambio y símbolo de superación en Nápoles.
En su relato, Pons profundizó en la conexión mística entre Maradona y la ciudad: "Él habló con la pelota. A través de un amor verdadero, porque el milagro está en todos lados, solo hay que saberlo apreciar". Aquí, Pons resaltó la capacidad única de Maradona para convertir el juego en una expresión artística que resonó profundamente en las almas napolitanas.
Continuando con su experiencia, Pons exploró la espiritualidad que rodea la figura de Maradona en Nápoles: "Él está dedicado a otorgar milagros al pueblo creyente que se lo solicita, y con su zurda embarrada, golpea las puertas de los afectos, dando un paso a la conciencia de sucios y hermosos velos, allí donde solo hablan los espejos." Esta percepción representó cómo Maradona se convirtió en una especie de santo laico para los napolitanos, capaz de inspirar devoción y admiración incluso más allá de las canchas de fútbol.
En su relato emotivo, Gastón Pons concluyó con un toque del fervor que caracteriza a los argentinos: "!Viva Diego!" Estas palabras encapsulan la profunda admiración que Maradona sigue generando en el corazón de los argentinos y de aquellos que tienen el privilegio de presenciar la perdurable huella que dejó "El Diego" en Nápoles y en el mundo del fútbol.
En definitiva, Diego Armando Maradona transcenderá el tiempo como un ícono inmortal del fútbol y una figura adorada por las masas. Su legado, tan vasto como su destreza con el balón, persistirá en la memoria colectiva. Juzgado y venerado, Maradona se convirtió en el gran dios del fútbol.
Aunque su presencia física ya no ilumina los estadios, su esencia perdurará en la invocación, las oraciones y los recuerdos de aquellos que lo consideran una parte hasta de sus propias almas. Maradona, con su espíritu intrépido, continuará acompañándonos por los siglos de los siglos, trascendiendo las barreras del tiempo y dejando un legado eterno en el corazón de aquellos que alguna vez se emocionaron con su arte en la cancha.