Durante la charla, que estuvo moderada por los investigadores y docentes Naím Garnica y Elsa Ponce, del Laboratorio de Estudios Políticos y Debates Regionales Tramas de la UNCA, se abordó el plano de lo político en los textos de Enriquez, su estilo en la escritura, y la escritora recomendó libros que considera hitos en el terror.
“Hay cuentos de Julio Cortázar que para mí son de terror, entonces hay mucho de subjetividad, ‘La escuela de noche’, que es un cuento político también y da miedo, es ineludible; Edgar Allan Poe, aunque a mí no me da miedo, me parece un escritor romántico, súper morboso y su problema es muy privado, pero es lectura recomendada para entender la evolución del género”, expresó.
“El decadentismo francés en general, y no sólo la escritura también en la pintura; Charles Baudelaire; algunos cuentos de Silvina Ocampo; ‘Informe sobre ciegos’ como relato de paranoia; Ray Bradbury; ‘La Condesa sangrienta’, de Alejandra Pizarnik; Stephen King, podés encontrar el género por muchos lugares como en los tres relatos de Diego Muzzio, que transcurren en la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires, hay muchísimo y poco codificado como terror”, añadió.
En otro tramo de la charla, luego de proyectar una escena de la película Crash de David Cronenberg, basada en la novela del escritor James Graham Ballard, Enriquez contó que el film plantea el fetichismo en los accidentes de auto y en las cicatrices en los cuerpos, la idea pos humana del hombre máquina.
“Me interesa mucho escribir de los cuerpos en mis relatos, cuando empecé a escribir terror empecé a escribir al mismo tiempo con narradora femenina y la irrupción del cuerpo cuando es narradora femenina es muy potente por la enorme experiencia de vivir en un cuerpo de mujer por la violencia que va más allá, la violencia de vestirte, de maquillarte, todo el misterio alrededor del cuerpo de la mujer y de lo que pasa, en mi escritura la idea del cuerpo y del deseo es central”, contó.
Acerca del tipo de terror en literatura de Latinoamérica, se refirió al aplastamiento de la imaginación que producen las dictaduras de América Latina, y dijo que “en los textos de los años 50, 60, se leía ciertos momentos que no están más”. “Hoy la tristeza tiene que ver con cierta sensación de falta de futuro, futilidad, heredada en muchos casos como consecuencia de ser hijos de una generación que siente que vivió un fracaso, una generación que no pudo dar mejor vida a sus hijos, y en los 90 con el neoliberalismo tampoco funcionó”, consideró y agregó que “los miedos de la clase media son el miedo a la pobreza, la clase media castigada por el Estado o la policía, o la autoridad, pero es una mezcla, a veces aparece este miedo de caer de clase social”.
“En mis personajes aparece mucho la mujer que intenta ayudar y no lo consigue, tiene como una especie de castigo, en ‘El chico sucio’ ¿ella o él son los malos? Es paternalista, es un libro donde el miedo son sentimientos conservadores porque es cuidarse. Es muy difícil que el terror sea un género progre, puede tener elementos, pero finalmente tienen muchas cosas que tienen que ver con el desprecio, expresa lo más oscuro no solo del asesino, sino lo oscuro de tu propio rol social por todo lo que no estás haciendo por miedo”, señaló al finalizar.