Cuenta una antigua leyenda... Cuando el invasor llegó al Territorio Abaucán en concejo envió a mujeres, niños y ancianos a refugiarse en las profundas quebradas de las Sierras. Clanes de Piamwalla, Mishma, Saujil y otros pueblos abandonaron sus hogares en el valle y se internaron en lo profundo de la montaña.
En uno de esos cañones se ocultó una joven pareja enamorada junto a otras familias. Cuando escucharon venir al enemigo los jóvenes, apenas adolecentes, salieron a hacerles frente. Aunque fueron masacrados lograron frenar por un tiempo el avance invasor.
Cuando los sobrevivientes se sintieron seguros, mujeres y niños se asomaron a conocer la suerte de sus valientes.La enamorada encontró a su amor, moribundo. Abrazada a él, cubiertos ambos de la sangre del agónico enamorado, juro ella no dejarlo nunca. Expiro el valiente enamorado.
Ella, con el mismo cuchillo con el que él defendió a su pueblo se degolló para acompañarlo en la senda de la que nadie vuelve. Nunca se supo sus nombres. El tiempo talla en la roca de la montaña sus rostros, mirada agónica la de él, fiel la de ella.