Fue una noche especial. Vicentico llegó a Catamarca para presentarse por primera vez en la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho, estampando ese sello particular que lo catapultó entre los grandes de la música argentina. Con sus viejas y nuevas canciones, rompió, en cierta forma, con aquel predecible clima que matiza el folclore tradicional que siempre proponen las noches del festival catamarqueño.
Durante la noche del lunes 18, en el salón principal del Predio Ferial, el trovador celebró junto a su público sus dos décadas con la música en condición de solista. Se trató de un concierto distinto y que sus seguidores agradecieron hasta el final. El escenario mayor del Poncho pasó a integrar ese listado interminable donde cimenta su extensa trayectoria y su puesta en escena representó una forma de agradecer y festejar con aquella gente fiel que lo acompañó todo este tiempo.
Propuso un show distinto y no defraudó, donde las canciones prácticamente se anunciaban solas y encajaban perfectamente con una producción profesional y amena, tanto que logró romper con el ruido de lo predecible y aquello que se espera ver cuando se acude al Poncho. El público lo aplaudió hasta el final, sabiendo que fueron a buscar su voz- tan penetrable como sus letras- para que les cuente una vez más y con un dejo de nostalgia, que lo viejos tiempos no volverán pero conscientes que en la vida siempre lo mejor está por venir.
Otro momento especial representó el arribo de la imitadora y humorista Fátima Flores, que con sus incontables caracterizaciones desplegó un espectáculo de alto vuelo, de los que se disfrutan en los teatros de la porteña calle Corrientes. Con enorme carisma, interactuó y generó empatía con el público, que aplaudió cada uno de sus personajes.
La noche se inició con la puesta en escena que propuso el tradicional Coro Polifónico de Catamarca, al que se sumó el color y la fiesta que entregó la Comparsa Wankara, dejando un claro mensaje en defensa de la música autóctona. Encabezado por la cantautora Sandra Warmi Sosa, lograron atraer la atención de la gente.
Después de un tiempo de estar ausentes en los escenarios locales, el Dúo Amistad regresó y elevó el clima festivalero a través de una estampa que lo supo caracterizar con actual formación que dio origen a esta propuesta musical: Ramón Pelao Medina y Domingo Aguero. Por eso, esta vez, las emblemáticas zambas y chacareras sonaron mejor que nunca, tal como sucedió con El Portezuelo y Cuando vuelvo a Catamarca.
El joven chacarero Lucas Piedras, el reconocido aerofonista Juan Ignacio Molina y el belicho Wilson Figueroa aportaron a su turno su impronta y talento, dejando en evidencia el notable crecimiento musical que evidencian los proyectos musicales emergentes en toda la provincia y que muestran una esencia tan valiosa como es cantarle a su tierra.
Radicada hace diez años en Córdoba, la joven catamarqueña Bren Coll desplegó en el escenario mayor del Poncho algunas de las propias composiciones que integran su último trabajo discográfico, que la llevó a adueñarse del galardón como Mejor Artista Folclórica del Año que otorga la Cámara de la Industria del Espectáculo y Afines de la provincia mediterránea.
También sumaron su aporte el multinstrumentista Rocky Costa y la reciente formación Cesalpinia Trío, integrado por Belén Parma en piano y voz, Vane Martínez en bajo y Javier García en batería. Como era de esperar, desplegaron una puesta en escena que se basó en un repertorio que los identifica y en el que exponen una mixtura de sonidos que evidencian una narrativa que los aleja en cierta forma de las estructuras del folclore tradicional y hegemónico.
El ascendente Ballet El Arribeño evidenció su jerarquía y crecimiento como conjunto de danzas libres. A ellos, se sumó el color y la danza de las delegaciones de Fray Mamerto Esquiú y Valle Viejo. Esta última, contó con las voces del Rafael Toledo, Fabricio Abella, Gaby Díaz, Hugo Nanni, Luz Segura Silvia Pacheco, Nelson Villagra, y los Huincas (Roque y Manuel Diaz). A ellos se sumó la danza a cargo de Mishquila Pacha bajo la dirección de Romina Cardozo y el Ballet Cuesta del Portezuelo, conducido por Guillermo Rodríguez, el momento más especial fue cuando se interpretó la zamba Valle Viejo y Sentimiento.
Fotos: Ministerio de Cultura, Turismo y Deporte / Rocío Dávila y Ariel Pacheco