Hoy, 8 de mayo, recordamos a San Desirato, también conocido como San Deseado de Bourges, un obispo nacido en Soissons a finales del siglo V, que dotó a su Iglesia con reliquias de mártires y cuyo trabajo, ejemplo y predicación contribuyeron enormemente al renacimiento de Francia en la época merovingia.
Antes de convertirse en obispo, San Deseado desempeñó el cargo de canciller en la corte, siendo Ministro de Asuntos Exteriores de Clotario y Childelberto. A pesar de las intrigas del poder que reinaban a sus anchas en la corte, su diplomacia intentó complacer a todo el mundo, excepto a los que se proclamaban herejes.
A pesar de su éxito en la política, San Deseado soñaba con abandonar la corte, una jaula verdadera de sospechas, intrigas y crueldades, para centrarse en la construcción de monasterios e iglesias. Y cuando pudo, dejó la política para entregarse de lleno a los asuntos religiosos.
En el año 543, siete años antes de su fallecimiento, fue designado como obispo de Bourges. Durante su tiempo como líder religioso, logró erradicar las herejías que habían sido introducidas por los Bárbaros, lo que resultó en un aumento en el número de sacerdotes y cristianos devotos.
Cuando surgían situaciones complicadas, San Desiderato era llamado para encontrar soluciones. Por ejemplo, su habilidad innata como diplomático le permitió mediar entre Anjou y Poitou y lograr la paz entre ellos.
Finalmente, el 8 de mayo de 550, San Desiderato falleció e ingresó en el Reino de Dios.