Hoy se conmemora a San Teodoro Triquino, uno de los grandes santos del monaquismo oriental de los primeros siglos del cristianismo. Aunque no hay muchos datos acerca de su vida, se sabe que vivió en el siglo V y fue llamado “Triquino” por el áspero cilicio con el que se cubría.
Teodoro fue atraído por la vida austera y espiritual de los monjes de Oriente desde joven y se retiró a un monasterio situado al pie del monte San Asencio en Calcedonia, sobre el Bósforo. Allí llevó una vida admirable en la soledad, dedicando gran tiempo a la oración y vistiendo una túnica de largos pelos que le valió su sobrenombre.
Según los sinaxarios y menologios bizantinos, San Teodoro Triquino era de vida austera y tenía el don de expulsar demonios y obrar milagros. Después de su fallecimiento, su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación, ya que del sepulcro se destilaba un ungüento milagroso que tenía el poder de curar enfermedades.
Aunque su culto fue completamente desconocido en Occidente hasta el siglo XVI, cuando el Cardenal Baronio lo introdujo en la primera edición del Martirologio Romano con fecha 24 de abril, hoy en día se celebra su festividad el 20 de abril.
San Teodoro Triquino es recordado como un modelo de vida austera y de oración, que dedicó su vida a la contemplación y a la búsqueda de la santidad. Su legado sigue siendo una inspiración para los fieles de todo el mundo que buscan vivir una vida más espiritual y cercana a Dios.