En una movida que generó controversia y críticas, los senadores decidieron aumentar sus sueldos de $1,9 millones a $4,5 millones a partir del 1 de mayo. Este aumento, votado a mano alzada y sin un proceso de debate transparente, ha levantado cuestionamientos sobre la ética y la transparencia en el ejercicio de sus funciones.
El pasado mes, el Presidente del Senado había detenido una actualización de las dietas, pero esta vez, varios senadores impulsaron una resolución que permitió que el aumento se concretara sin mayores obstáculos. A pesar de las objeciones de algunos legisladores y de la opinión pública, la medida fue aprobada durante una sesión donde se discutían otros temas, dejando poco espacio para reflexionar sobre este cambio salarial significativo.
Entre las voces críticas se encuentra la titular del Senado, Victoria Villarruel, quien expresó su desacuerdo con el aumento al considerar que rompe con la escala salarial y genera inequidades dentro del cuerpo legislativo. Sin embargo, la avanzada de varios bloques terminó por imponerse, demostrando la falta de consenso y transparencia en esta decisión.
Mientras tanto, en Diputados se espera una posible réplica de esta jugada, lo que aumenta la preocupación sobre el manejo de los recursos y la legitimidad de las decisiones políticas en el ámbito legislativo.