Opinión

El Papa, los políticos y la pobreza

Francisco hizo referencia a la Argentina y a los altos niveles de pobreza. La clase política salió a echarle la culpa a las gestiones anteriores y hasta criticaron al Sumo Pontífice.
Por Marcelo Sosa

Hay dos cuestiones que desde que Jorge Bergoglio fue ungido Obispo de Roma se cuestiona en nuestro país: que Francisco no visite la Argentina y que no haga referencia a la realidad que les toca vivir a sus compatriotas.

Cuando el humo blanco asomó en la Capilla Sixtina y se supo que un argentino sería Papa la alegría se apoderó de los corazones de gran parte de los argentinos.

Pero la clase política fue cambiando de posturas ante la falta de mensajes directos por parte del flamante Sumo Pontífice.

Los que lo criticaron al comienzo luego sintieron que Francisco era un compañero más y los sectores de la hoy oposición lo criticaron por la falta de visión crítica de la realidad argentina.

Francisco comenzó una transformación interna de la Iglesia Universal mientras Argentina repetía los errores que marcan la caída de un país sesgado por la inflación, la pobreza y la desocupación.

Pero esos errores no eran por el pontificado de Francisco sino por una dirigencia política que no ha podido dar respuestas a la profunda crisis que vive la Argentina desde hace muchas décadas.

Peronistas, radicales, militares, alianzas electorales no han podido hacer frente y encontrar soluciones a los flagelos de la pobreza y la inflación.

Se le pedía a Francisco la solución que ningún sector político le ha podido dar a los argentinos.

El oficialismo nacional en la actual gestión y las anteriores se mostró cercano a Bergoglio mientras el Pontífice se posicionaba supuestamente crítico del liberalismo y sus representantes en la Argentina.

La actual oposición criticó al Papa por parcializar la realidad argentina y ser benevolente con la dirigencia peronista o más bien kirchnerista.

Lo cierto es que el Papa habló y no dijo otra cosa que la preocupación que todos los argentinos, salvo la acomodada clase política, piensa: la pobreza superior al 50 por ciento es una vergüenza de la que ningún sector se quiere hacer cargo.

Y Francisco fue más allá.

No solo se mostró preocupado por la pobreza sino que directamente responsabilizó a la clase política afirmando que se trata de “mala administración y malas políticas”.

Claro que nadie se calzó el sayo sino que la respuesta, tanto de oficialistas como opositores, es que esa mala administración y política es responsabilidad del otro sector.

Para el actual oficialismo nacional, la culpa de todos los males la tiene el expresidente Mauricio Macri.

Para el sector macrista el mal de todos los males viene del kirchnerismo.

Es decir, el Papa habla, es claro y contundente pero la clase política hace oídos sordos y mira para otro lado… como siempre.

Otros temas

Mientras Francisco expresó su preocupación y resumió lo que deben estar pensando la mayoría de los argentinos, la clase política sigue en otro lado.

La preocupación, sin dudas, pasa por la inflación y todo lo que eso significa con el flagelo de la pobreza donde los datos fríos y dolorosos dicen que más del 60 por ciento de los niños y niñas argentinos son pobres.

Ese tema, el de la pobreza, no parece estar en la prioridad de la clase política argentina.

No es extraño que Francisco hable de pobreza en un año electoral porque sabe que los políticos ya están en clave electoral y el resto de los temas pasan a un segundo o tercer plano.

Mientras el Congreso de la Nación debate el juicio político a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y gasta energía en peleas estériles, millones de argentinos sufren el nivel más alto de pobreza de la historia del país. No hay sesiones especiales para acordar medidas para enfrentar la inflación y la pobreza.

La sociedad sigue mirando a una dirigencia acomodada que no hace nada por los problemas reales de la Argentina. Por el contrario, parece más preocupada por saber quién será candidato que por si hay familias argentinas que no saben qué van a comer en el día.

Una clase tan desprestigiada que el otro argentino más importante en el mundo, Lionel Messi, no quiso ni sacarse una foto con ellos. Messi, que además de campeón del mundo sabe de la realidad del país, prefirió compartir con los argentinos en general la Copa y no con los dirigentes que se desvivían por una foto con él.

El Papa metió el dedo en la llaga y si bien no culpó a ningún sector, responsabilizó a toda la dirigencia política.

Mientras tanto, la pobreza, la inflación, la miseria y la desocupación siguen ausentes en la agenda de la clase política argentina.