Uno de los problemas con dejarse llevar por el entusiasmo es que perdemos objetividad y podemos cometer errores sin querer. Es lo que está pasando respecto al litio, donde su nueva fama como mineral se traslada a los administradores del recurso, es decir, a las elites gobernantes, llevándolas a un frenesí que les impide analizar con objetividad la realidad que rodea su explotación y comercialización en el mundo.
En el plano social la situación no es diferente, lamentablemente. Solo que aquí nos dejamos llevar por el ruido de los gobiernos que, apropiándose de los dones de la naturaleza y de los intereses normales de las corporaciones mineras por invertir y sacar adelante sus negocios, pretenden hacernos ver esas coincidencias como éxitos propios de su gestión; de que somos únicos en el mundo y que por lo tanto tenemos el planeta a nuestros pies, incluso a las corporaciones.
Esto nos obliga a aclarar un poco las cosas. A Catamarca le toca hoy jugar en un espacio que, si bien geográficamente le pertenece, no está bajo su control en el negocio. En este espacio, el que decide el precio del “commodity” es el mercado internacional y éste es manejado por las corporaciones. Desgraciadamente, como proveedores de la materia prima, el lugar que ocupamos en el negocio es el del último eslabón y todos sabemos lo que esto significa en el mundo de la minería.
Aclarado esto, creemos que el litio nos ofrece, sin embargo, la ventaja de aportar dinero real, es decir, divisas que pueden financiar la construcción de un nuevo futuro, para cuando el mismo se haya agotado. El éxito de esto depende, naturalmente, de si se tiene o no un plan de desarrollo para esta región. Es aquí, justamente, donde las cosas se hacen difíciles, dada la idiosincrasia de facción que domina en la sociedad, sobre todo entre las elites, que se creen dueñas de la verdad y no pueden dejar sus diferencias aparte para construir un plan que se mantenga más allá de los periodos en que les toca gobernar. Pero, aquí no pretendemos discutir modelos sociales o políticos a futuro. Solo queremos poner sobre la mesa algunas de las realidades que rodean la explotación del litio, con el fin de saber dónde estamos parados en torno a esta nueva ilusión mineral.
El litio en el mundo
El litio ocupa el lugar 33 entre los minerales más abundantes en la naturaleza. Según el Servicio de Geología de EE.UU., los recursos de litio en el planeta llegan a 89 millones de toneladas. Aclaremos que “recurso” no es lo mismo que “reserva”. Lo primero incluye el mineral no extraíble. Las “reservas”, en cambio, son las extraíbles y comprobadas. Estas solo llegan a 22 millones de toneladas. Para 2021 se extraían 100.000 toneladas anuales. Se estima que la demanda crecerá 40 veces en los próximos diez años.
Cuatro son los países que tienen la mayor reserva de este mineral. Los siguientes valores son aproximados.
- Chile, con una reserva de 9.200. 000 toneladas en el Salar de Atacama, conforma el 48% de la reserva mundial. Chile era el segundo mayor productor de Litio en 2021 con 26.000 toneladas anuales. Compañias como Albemarle, la mayor minera del mundo y SQM son las mayores productoras en el país vecino.
- Australia, con una reserva de 5.700.000 toneladas, es la segunda mayor reserva con un 30%, pero es la mayor productora de litio del mundo con 57.000 toneladas por año. Australia cubre el 50% de las necesidades mundiales en este momento. Segundo, como productor, está Chile con 26.000 toneladas y tercero China con 14.000.
- Argentina, con una reserva de 2.200.000 toneladas es la tercera. Representa el 12% de las reservas mundiales y tiene una producción de 6.200 toneladas anuales. O sea, la cuarta parte de lo que produce Chile.
- China con una reserva de 1.500.000 toneladas o 7% de la reserva mundial y producción de 14.000 toneladas anuales, produce las 2/3 de la producción mundial del litio refinado, o sea del litio-ion. China procesa casi todo el litio de Australia y, dada su industria electrónica y automovilística, es el mayor usuario.
- Otros países como EE.UU. tienen reservas de 750.000 toneladas, Brasil, 95.000 toneladas y Portugal, 60.000 toneladas.
Como se sabe, el “triángulo del litio” conformado por Salar del Hombre Muerto, Salar de Atacama en Chile y Salar de Uyuni en Bolivia, conforma hoy por hoy más del 50% de las reservas mundiales de litio, pero la inestabilidad política y económica de ellos anula la ventaja estratégica que el “triángulo” pueda tener. Para el caso valga Bolivia, una de las mayores reservas del mundo con el Salar de Uyuni, pero que no despega por razones políticas.
Las compañías
No está de más saber qué lugar ocupan las corporaciones que manejan el negocio del litio y su valor en la bolsa de Nueva York, para tener una idea de la envergadura de sus negocios. En el primer lugar está Albemarle, que domina la producción en Chile, EE.UU. y Australia, con un valor de mercado de 28,68 billones de dólares
Livent, que opera en nuestra región (Catamarca y Salta), EE.UU., Inglaterra, China, Singapur, Japón y Korea, ocupa el séptimo lugar con un valor de mercado de 4,66 billones de dólares.
Entre esas dos están las empresas chinas.
Los problemas
Como no podía ser de otra manera, el exitismo en torno al litio viene acompañado del silenciamiento que podría poner en duda su éxito, como pueden ser la enumeración de los daños ambientales asociados a la minería. En primer lugar, se pasa por alto que la actividad minera implica, por su propia naturaleza, una alteración sobre el terreno que puede tener consecuencias no solo para el medio ambiente, sino para la población. También que las consecuencias pueden darse más allá de la vida de la propia explotación, cuando ya las sociedades o compañías que las llevaron a cabo y las autoridades que las controlaron se diluyeron en el tiempo.
Esta situación se da con las comunidades andinas que habitaron y habitan por siglos las áreas cercanas a las explotaciones mineras. En el caso de Catamarca es conocida de sobra la queja de la gente que vive en la puna y a la que se les desviaron los cauces de agua, destruyéndoles en ese proceso las vegas que les proveían de pasturas a sus animales domésticos. Obviamente, este proceso tuvo como corolario el desplazamiento de esa población que, a lo mejor, no es muy grande, pero que también son ciudadanos con derechos a la vida. Esta situación, que se podría haber solucionado a tiempo, no ha merecido la atención que correspondía de las autoridades, lo cual sigue oscureciendo moralmente la explotación del litio. Bueno es recordar que, de acuerdo con lo que se lee en relación a Atacama, compañías de envergadura como Volkswagen están prestando atención a estas situaciones que dañan la reputación de las empresas que toman el litio para las baterías de los vehículos eléctricos.
Este frenesí por apropiarse del éxito del litio en el mercado genera en nuestras elites una visión errónea acerca de situaciones ambientales peligrosas, que pueden tener largo alcance geográfico y llegar al resto de la provincia, incluyendo el valle central. Una de ellas es la ruptura del equilibrio hidráulico subterráneo, el cual, por no poder verse a simple vista, se asume que no ocurre. Es el caso que se da con el método que se usa en nuestra puna para extraer el litio: el bombeo de salmuera que contiene el metal desde la base del salar para llenar inmensos piletones, proceso que genera un vacío subterráneo que pasa a ser ocupado por el agua dulce de los ríos y las napas adyacentes al salar. Es más, los estudios llevados a cabo en Atacama, donde se usa el mismo método que en la puna argentina, parecen demostrar que el aumento de temperatura del desierto más las sequías ahora frecuentes y hasta la desaparición de los flamencos cordilleranos está ligado a ese proceso. Obviamente, no se puede descartar que ese mismo proceso puede ser el responsable de que los habitantes de la puna argentina se hayan quedado sin agua.
El problema con el escurrimiento subterráneo del agua no termina ahí. También se asume a priori que estos desequilibrios hidráulicos subterráneos quedan en el lugar. No se estudian, según entendemos, como lo hacen en Chile. ¿Qué efectos tiene este desequilibrio hidráulico a nivel de las napas de agua fresca en la puna sobre los acuíferos que alimentan al resto de Catamarca? No creemos que se sepa a ciencia cierta. Lo menos que corresponde aquí es hacer un estudio dirigido por profesionales independientes, no ligados al poder, ni empleados por el Estado.
Ahora bien, creemos que el problema más grave con la explotación del litio es la carencia de una estrategia nacional que ponga su explotación, comercialización y aplicación al servicio del desarrollo de un futuro al margen del litio. No se estudian políticas que podrían servir para generar un nuevo paradigma social que sirva para poner a Catamarca y el NOA en la nueva dinámica que domina al mundo, la globalización y el uso masivo de la inteligencia artificial. Creemos que, de persistirse en estas conductas suicidas, de no discutir entre todas las fuerzas sociales qué hacer con este recurso en los próximos 10 o más años al menos, con el litio pasará lo mismo que pasó con La Alumbrera: nada. Una vez que se agote el recurso, Catamarca y el NOA volverán a la intrascendencia de siempre.
El futuro
Sin duda, los próximos años verán un incremento permanente del uso del litio, sobre todo en los vehículos eléctricos. Pero, a su vez, su extracción directamente de la roca, no por bombeo de salmuera como en nuestra región, sigue creciendo en el mundo, lo cual permite controlar su precio de venta. Como ejemplo citemos a EE.UU., donde el gobierno federal aportó hace unos días un préstamo de 700 millones de dólares para poner en funcionamiento una mina en roca en el estado de Nevada, con el fin de abastecer la demanda de los autos eléctricos en los EE.UU. a futuro.
Tampoco se puede pasar por alto el hecho de que los océanos mismos almacenan en su agua salada una reserva de 180 billones de toneladas de litio, en una concentración de 0,2 partes por millón, que solamente necesita la puesta a punto de unas membranas de filtración para secuestrarle el mineral. Imaginemos adónde iría a parar su precio si se decidiera llevar adelanto este proceso a fondo.
Pero, ahí no terminan las limitaciones del litio a futuro. Sobre la mesa ya están las baterías que usan otros minerales de base, con casi iguales virtudes que la batería de Litio-ion. Nos referimos a la batería de Sodio-Ion, o sea la sal común, con cualidades propias comparables y hasta superiores a las del litio para ciertas aplicaciones y muchísimo más barata. En la lista de espera también está la batería de estado sólido, en pleno desarrollo en Japón, con sus propias virtudes, esperando unas mejoras químicas para saltar al mercado. Por lo tanto, la explotación y comercialización del litio es un terreno abierto a una infinidad de alternativas que pueden alterarse a medida que pasa el tiempo.
Qué hacer
Lo dicho arriba, sin embargo, no nos debe inhibir ni impedir de usar todas sus posibilidades. En la realidad que hoy vivimos, hablar de progreso en Catamarca o el NOA, nos remite inexorablemente al litio, por ahora el mayor recurso financiero para ayudar a lograrlo. El tema pasa por saber cómo hacerlo. Es aquí donde “aprieta el zapato” y no debemos engañarnos.
Uno de sus usos más comunes es en la obra pública. La cuestión es preguntarnos en qué tipo de obra pública se gasta el recurso aportado por el litio. ¿En obras que aportan infraestructura de apoyo a la base productiva o en obras de adorno a la pobreza con el fin de ganar elecciones? Catamarca, al día de hoy, carece de una infraestructura que le permita insertarse en la economía mundial. Energéticamente esta fuera del anillo de la red nacional de 500 kV; no tiene acceso a fuentes satelitales para manejar la información, la comunicación, la educación a distancia ni la telemedicina. Hablar de construir un corredor bioceánico sin tener estos ítems cubiertos de antemano, es una utopía.
La pregunta y el desafío queda sobre la mesa para que las elites y la sociedad lo discutan. El litio, de manejarse con criterio de grandeza, puede financiar esas necesidades. De no hacerlo, Catamarca y el NOA serán otro ejemplo del lamentable destino histórico de Latinoamérica, que comenzó con Potosí en Bolivia, hace 500 años y sigue hoy, que financió el desarrollo de Europa por tres siglos y no dejó nada a los pueblos de este lado del océano, excepto la miseria y la muerte de 5 millones de indígenas en los socavones del altiplano.
Según se afirma, la vida útil estimada de las explotaciones andinas del litio es de unos 70 años.
El reloj para diseñar un nuevo futuro ya está marcando las horas.