Lo que pasó en el primer partido de la Selección Argentina causó desazón, desilusión, enojo, tristeza… síntomas propios de quienes vivimos el fútbol de manera pasional.
Al margen de los análisis deportivos, esta desilusión tiene que ver muchas veces con la manera que tenemos los argentinos y argentinas de afrontar las cosas. De creernos campeones antes de jugar.
Así también confiamos en soluciones mágicas, contamos las vaquitas antes de tenerlas.
La actitud de pensar que ya ganamos antes de jugar nos agranda la frustración.
Así confiamos también con las medidas para la inflación. Los políticos nos hablan de controlar la inseguridad y un montón de flagelos y pensamos que ya está. Luego nos golpea la realidad.
No hay que adelantarse ni creer en soluciones mágicas, todo se hace con trabajo y dedicación.