Opinión

Día del Milagro: un anacronismo persistente y cómodo para el Estado

La columna semanal
Por Marcelo Sosa

El miércoles pasado, por quinto año consecutivo, el sector público catamarqueño “celebró” el Día del Milagro, un asueto estrictamente local instituido por ley con el fin de agradecer a la Virgen del Valle por su “intercesión” ante Dios por el hecho de que el terremoto de 2004 no haya ocasionado víctimas fatales ese día. De hecho, fue solamente ese 7 de septiembre, porque unos días después falleció una mujer que aquella mañana se encontraba en la Catedral Basílica y se le vino abajo un desprendimiento del cielorraso, lo que le produjo heridas incurables.

La ley fue iniciativa del senador oficialista Oscar Vera, de Fray Mamerto Esquiú, y se aprobó en diciembre de 2017. “Les pido a los catamarqueños que sepamos valorar algo importantísimo que promueve esta ley y que se tiene que dar en la currícula de las escuelas: información sobre este hecho, así los niños se tienen que enterar de que la Virgen ha intervenido a favor del pueblo catamarqueño", dijo Vera, emocionado hasta las lágrimas, con su particular estilo solemne. Nunca quedó claro por qué razón, si en efecto el propósito era educativo, se dispuso que la ley establezca un asueto provincial en lugar de dedicar la fecha a la “información” del milagro en las aulas.

El Poder Ejecutivo promulgó la norma sin modificarle una coma. Era previsible. Para qué polemizar sobre algo que en realidad le interesa más al Estado que a la gente. Es que, de hecho, se trata de un día no laborable que solo funciona tal cual en la Administración pública, los municipios, la universidad y, por supuesto, los bancos, tanto el Nación como los privados. Los demás sectores económicos trabajan como pueden, a contramano del cese bancario, porque lógicamente lo necesitan.

A la veintena de feriados nacionales, feriados con fines turísticos y días no laborables, en Catamarca se suman en el año el Día de la Autonomía, el de la fundación de la ciudad en Capital y este controvertido Día del Milagro. Y todo eso sin contar el aún más polémico feriado que improvisó el Gobierno nacional el pasado viernes 2 por el atentado a la vicepresidenta Cristina Kirchner. En la práctica, el asueto para agradecer a la Virgen que el sismo de hace 18 años no mató a nadie ese día -y no otro- tampoco fue acompañado por la feligresía catamarqueña en la forma que diagramó la Iglesia, con misas y procesión de la Morena del Valle incluida. La participación resultó bastante modesta y eso fue evidente. Porque en definitiva el objetivo de la ley es tan ambiguo como inconsistente. Solo sirvió para añadir un día más al calendario improductivo del sector público. Ni más ni menos.

En 2018, la diputada oficialista Cecilia Guerrero intentó remediar la endeblez de esa rememoración con un proyecto para derogar la ley Vera e instaurar el 7 de septiembre como “Día Provincial de Prevención en Desastres Sísmicos”; es decir, para que en lugar de feriado sea una jornada de prevención, en la que se realicen ejercicios de evacuación y otras actividades concretas. Es más, propuso que Defensa Civil se encargue de llevar adelante la rutina. Pero como suele suceder con toda iniciativa que invalida la fiaca estatal, el proyecto de Guerrero aún duerme en algún despacho de la Cámara baja. Ninguno de sus pares propuso quitarle el polvo y debatirlo. Menos aún el Ejecutivo provincial, al que nunca le viene mal apagar las luces en las oficinas públicas y, de paso, evitarse alguna manifestación antipática de trabajadores que se dicen postergados o con bolsillos poco estimulados.

Borrar un feriado del calendario provincial, por más antojadizo e inconsistente que sea, es remar contra la corriente.