Opinión

Juntos "desunidos" triunfaremos

Columna de Mario Laplaca
Por Redacción Inforama

Mientras la sociedad mira azorada el espectáculo que dan las fuerzas políticas en sus rencillas internas, la Argentina vive una de sus peores crisis económicas y sociales de los últimos años.

Los políticos, la justicia, la militancia rentada pusieron en el centro de la escena la fantástica obra de teatro de perseguidos y perseguidores como si los argentinos no tuviéramos problemas para estar ocupándonos de “sus” problemas.

La justicia deberá resolver la culpabilidad o no de un supuesto caso de corrupción.

Pero oficialistas y opositores pretenden sumar a la sociedad en sus peleas internas que no buscan otra cosa que llenar de elefantes el bazar de los malos manejos que se vienen realizando en nuestro país desde la recuperación de la democracia.

La realidad de una clase política enriquecida en medio de un país cada vez más pobre no es otra cosa que un cachetazo a la integridad de los habitantes de nuestra Patria.

La pelea de multimillonarios que han vivido solo del Estado no es algo extraño, tampoco lo es el crecimiento desmesurado de la pobreza.

De pronto tenemos los medios llenos de voceros de supuestos perseguidos y candidatos a mártires que pretenden hegemonizar la agenda de problemas cotidianos.

Así como la pandemia sirvió para mirar para otro lado la crisis que nos toca vivir con más del 60 por ciento de niñas y niños pobres, hoy las peleas de la politiquería hacen que la inflación, la inseguridad, la pobreza sean solo una anécdota para nuestra clase dirigente.

Movilizaciones para pedir por la figura de una dirigente enjuiciada, movilizaciones para pedir justicia a la dirigente enjuiciada, violencia y acusaciones cruzadas ocupan horas y horas de cobertura de los medios de comunicación.

No hubo ni movilizaciones por los datos de la pobreza ni siquiera por plantear salidas o propuestas para encontrar soluciones a los graves problemas que nos toca vivir a la mayoría de los argentinos y argentinas.

Cuesta entender, por lo menos desde el sentido común, que el “gran” problema argentino es el que tienen algunos dirigentes y no el problema de la mayoría de la población.

Es otra de las burlas que nuestra dirigencia enquistada en privilegios y sus rentados seguidores plantean como una alternativa de vida o muerte para nuestra sociedad.

La inmadurez, para decir algo suave de nuestra dirigencia, no tiene en sus prioridades dar respuestas a los problemas que hoy golpean a una comunidad que mira azorada como por televisión muestras imágenes de una violencia melancólica que no busca otra cosa que preservar los privilegios de una clase cada vez más alejada de la comunidad que los eligió.

Se debe pedir y exigir a la dirigencia política, gremial, social y empresarial que se pongan de acuerdo en diez temas urgentes para poder salir de la profunda crisis que hoy soportan las mayorías.

Estarán a la altura del momento histórico que les toca vivir a la dirigencia para poder acordar en una mesa de trabajo cuáles son los objetivos y que se pueden trabajar en conjunto.

¿Podrán reunirse y dejar las diferencias sectoriales en pos del bien común de la Nación?

Las prioridades de unos pocos están por encima de las necesidades de la gran mayoría de argentinos que padecen necesidades e incertidumbre.

Los multimillonarios gracias de la “teta” del Estado hoy se rasgan las vestiduras como si su situación o la de su sector fuera más importante del tan alejado bien común.

El negocio de la política es la desunión.

La prioridad es plantear los antagonismos más que las coincidencias. La dirigencia nos quiere desunidos. Quieren mantener sus privilegios y de las migajas que dan a sus rentados seguidores.

Es momento de dejar de lado las posturas personales y egoístas y ponerse a trabajar, en serio, en pos de la Patria que tanto se los demanda.

Mientras tanto los argentinos y argentinas seguimos mirando azorados como los privilegiados se pelean sin tomar en cuenta que quienes delegamos en ellos la responsabilidad de administrar la Patria padecen de una crisis cada vez más profunda.