Los Pumas tenían que ganar para seguir en carrera hacia los cuartos de final del Mundial de Rugby y lo hicieron. Otra vez quedó en deuda el juego, y únicamente las imprecisiones y la falta de claridad para definir dejaron a una pobre Samoa con posibilidades de llevarse la victoria en los últimos minutos.
Los Pumas fueron muy superiores a un rival más limitado de lo que se preveía. Si la victoria en la caldera del Geoffroy Guichard no resultó más abultada se debió a que la pareja de medios volvió a tener un flojo partido y a que el equipo no tuvo sangre fría para concretar en puntos la extensa posesión (62% a 38%) y las numerosas oportunidades que dispuso con lines en 5 metros.
Lo que está claro es que el seleccionado argentino logró quitarse el lastre que traía de la derrota con Inglaterra en la primera fecha. Los rostros de felicidad de los jugadores y del staff, festejando con los cerca de 20 mil argentinos que coparon el estadio en Saint-Êtienne, demostraron lo que pesaba este partido y la necesidad que tenían también de sortearlo con claridad.
Los Pumas arrancaron el partido con una ventaja, ya que al minuto recibió una tarjeta amarilla Duncan Pala’aua por una carga en el aire a Emiliano Boffelli. El rosarino, precisamente, abrió la cuenta con un try a los 9 minutos, luego de una muy buena jugada de todo el equipo. Parecía que era lo que necesitaban los argentinos para soltarse. Además, con la gente –hubo 38.358 personas en el estadio- alentando y contagiado desde afuera. Pero de la salida, dos errores de Carreras y uno de Alemanno derivaron en un penal para Samoa, anotado por Leali’ifano.
De un muy buen maul, llegó otro penal de Boffelli, descontó Leali’ifano y a los 31, otra vez el rosarino de Duendes estiró las cifras con otro penal. La ventaja de 16-3 era corta para la diferencia que hubo en la cancha. El segundo tiempo siguió la tónica del primero. Inestable como el clima, que tuvo lluvia y sol, humedad y frío, todo en 80 minutos. Los Pumas siguieron dominando a Samoa en todos los aspectos del juego, pero sin poder anotar puntos.
A los 26 minutos, Cheika cambió la pareja de medios. Salieron Bertranou y Santiago Carreras y entraron Tomás Cubelli y Nicolás Sánchez. En la primera jugada se notó la diferencia. Los dos, al revés que Bertranou y Carreras, juegan de memoria y, sobre todo, le dieron la tranquilidad que necesitaba el equipo. Sin embargo, de imprecisiones –la pelota estaba inmanejable- Samoa, ya perdido, se fue en busca un milagro. De una serie de penales, Malolo se arrojó sobre el ingoal argentino, que estaba invicto en el torneo hasta el momento. La conversión de Leuila dejó a los isleños a tiro de la victoria con un try convertido.
Fueron momentos de zozobra y los franceses que estaban en el estadio empezaron a alentar a los samoanos. Pero llegó el penal y Sánchez, el goleador histórico de los Pumas, no falló. La pelota entró con lo justo, pero lo necesario para definir no sólo el partido, sino para dejar intactas las posibilidades de lograr un lugar en los cuartos de final.
Ahora vienen los dos últimos partidos en Nantes. El sábado 30, altamente accesible ante Chile, y lo que sería una final, el domingo 8 de octubre con Japón. Esta noche, en Saint-Ètienne, lo que necesitaban los Pumas era sacarse todas las frustrantes sensaciones del partido con Inglaterra. Esa presión que siguió durante la larga espera de estos días, quedó atrás. Ahora, quien dice, quizá venga lo mejor.