Aquel manto azul y oro, con la N°10 blanca brillante en la espalda, fue el que vistió O Rei para una nota con la revista El Gráfico, donde volvió a reafirmar su cariño y respeto por el club de La Ribera: “Quiero a Boca, a sus colores y a su gente”.
En una entrevista para el mismo medio realizada en Nueva York en 2001, el astro brasileño remarcó el poder de las tribunas: "El jugador de Boca que no llega a estremecerse con el estímulo de su hinchada está enfermo o ejerce una profesión equivocada. Para el primer caso lo que corresponde es ir al médico y para el segundo no existe otra solución que dejar el fútbol".
La primera vez que Pelé clavó los tapones en el césped de La Bombonera fue el 11 de septiembre de 1963, por la final de la Copa Libertadores que quedó en manos de su Santos. Luego disputó otros cinco partidos más en esas tierras. "Cuando lo recibíamos acá, sabíamos que era de Boca y que admiraba a nuestra hinchada", aseguró Alberto Nader, exdirigente a cargo del Departamento de Relaciones Públicas de la institución. Y agregó, en una charla con Olé en 2003: "De hecho, yo le puse la camiseta en un partido que jugamos contra el Cosmos, uno de los últimos de Pelé en ese equipo".
En aquella final continental de 1963, el crack brasileño sufrió el castigo de los tablones, la amenazas y hasta los piedrazos que se estrellaron en el micro del Peixe. "Me trataron mal y me hicieron muchos foules... Si yo me dejara llevar por eso, no admiraría como admiro a su hinchada", aseguró en Clarín a principios de 1978. Y reafirmó su cariño azul y oro: "Algunas de mis mayores emociones, como jugador y como hombre, las viví en la Argentina, en la Bombonera y en La Boca".
Si bien los caminos con el Xeneize nunca coincidieron más allá de los elogios, Pelé tuvo un ofrecimiento para defender ese escudo. Una noche a mediados de los 60 fue a cenar a una cantina de La Boca con su amigo Orlando Pecanha de Carvalho, defensor bostero entre 1961 y 1965 y compañero en la selección de Brasil, y se cruzó por casualidad al presidente Alberto J. Armando.
Como era un verdadero Puma para los negocios, el mandatario azul y oro le hizo una propuesta seductora: "Me gustaría traerlo, tenerlo al lado de Valentim". La situación finalmente no prosperó, aunque, según el propio Pelé, la pasaron bien y se hicieron “muy amigos”.
Consultado sobre aquella charla que lo tuvo cerca de Boca, Pelé gambeteó algunos detalles e indicó en 1999 para El Gráfico: “No importa, sólo vale recordar cómo me sentí en ese instante, pensando que recibiría el aliento de aquella inmensa masa humana gritando mi nombre".