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"Felipe Varela, caudillo de la libertad": una novela histórica hecha por una catamarqueña

El pasado jueves 15 de junio, la escritora Celia Sarquís presentó su nueva novela histórica "Felipe Varela, caudillo de la libertad". El pecho de los catamarqueños se llenó de orgullo, ya que es de las primeras mujeres del país que escribe y humaniza al líder político.

"Quise contar la historia cómo a mí me gustaría que me la cuenten. Esta obra es una mezcla entre la historia y la literatura. El resultado no deja de ser un hecho artístico", explicó Sarquís en entrevista con INFORAMA.

Esta se trata de la segunda novela histórica de artista. "Eulalia Ares de Vildoza y la revolución de las polleras" fue todo un éxito e irá por su cuarta reedición.

El objetivo de la profesora fue acercar al público una visión de los personajes femeninos que marcaron la historia. Mujeres, hermanas, hijas y matronas que acompañaron la historia de la revolución y doblegación ante el centralismo nacional.

Sarquís también es profesora de Lengua y Música desde los 17 años y se ha desarrollado en diferentes aréas de la provincia, siempre vinculadas al ámbito cultural local.

"Lo que me empujó a escribir este libre es que Felipe tenía su trabajo, su molino y animales, entonces la duda era qué lo llevaba a él dejar todo eso para salir a luchar en nombre de los pueblos del interior en contra del centralismo", comentó Sarquís.

"Tuve un trabajo de investigación exahustivo sobre la vida de Varela. Desde el libro saldrán sonidos, imágenes, aromas y sentimientos. Si bien hay sucesos históricos, es una manera muy personal de contarlos. Es casi cómo introducir al lector en la película de la vida del caudillo", concluyó la escritora.

¿Quién fue Felipe Varela?

Felipe Varela nació en 1821, en Huaycama, pueblecito del departamento de Valle Viejo, Catamarca. Su niñez y adolescencia transcurren en Catamarca y La Rioja. En 1840, contrae matrimonio y pasa a residir, con su esposa, en Guandacol.

En esa época, participa de la montonera liderada por Ángel Vicente Peñaloza, “El Chacho”, quien se insurrecciona contra Rosas, integrando la Coalición del Norte. Al ser derrotado por las fuerzas rosistas, El Chacho y Varela se exilian en Chile.

Entre 1840 y 1855, Varela integra el ejército chileno, llegando al grado de capitán. Se presume que en 1842 y 1845 acompaña a El Chacho en sus dos nuevas intentonas contra Rosas.

También se conjetura que allí, en Chile, toma contacto con Juan B. Alberdi y el sacerdote Castro Boedo, pues comparte su posición antiunitaria, antirrosista, antimitrista, urquicista y latinoamericana. Es decir, al igual que El Chacho, Varela sustenta un federalismo provinciano que reivindica el triunfo de Caseros sobre el centralismo porteño.

En 1855, reingresa al país para incorporarse al ejército de la Confederación Urquicista, en momentos en que Buenos Aires se halla segregada bajo la influencia del mitrismo. A fines del 55, es designado teniente coronel en el Regimiento número 7 de Caballería de Línea y enviado a Río Cuarto. Poco tiempo después, reside en Línea y enviado a Río Cuarto. Poco tiempo después, reside en La Rioja y luego le dan destino a San Juan.

Se cree que participa en 1859 en la batalla de Cepeda, donde Urquiza derrota a las fuerzas bonaerenses conducidas por Mitre. Poco después, al producirse el alzamiento liberal en San Juan, acompaña a Juan Saá en la misión de sofocar a los insurrectos. En setiembre de 1861, participa en las fuerzas de la Confederación al producirse el enfrentamiento con el ejército mitrista, en Pavón.

En junio de 1863, los montoneros son derrotados por Paunero y Sandes, en Las Playas. Varela, gravemente herido logra escapar. Ha convenido en encontrarse con El Chacho, en Jagüel, pero el 12 de noviembre de 1863 su jefe es asesinado y degollado, colgándose su cabeza de una pica en Olta. Sin fuerzas y sin recursos materiales para reorganizar la montonera, Varela vuelve a exiliarse, permaneciendo en Chile hasta mayo de 1865.

Allí, Varela se vincula el comité de “Unión Americana” de Copiapó, donde refuerza su concepción en pro de la Patria Grande. Desde Chile, le escribe varias cartas a Urquiza, solicitándole recursos para reorganizar su fuerza y lo incita a ponerse a la cabeza del antimitrismo de todo el país, pero el general entrerriano calla. Finalmente, Varela decide viajar a Entre Ríos, en momentos en que estalla la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.

Poco después, estalla la “revolución de los colorados” en Cuyo y entonces, el 9 de noviembre de 1866, cruza la cordillera con un pequeño contingente de 40 hombres. El 6 de diciembre lanza una proclama convocando a todas las huestes montoneras a sumarse “para defender el pabellón nacional… que ha sido vilmente enlodado por el general Mitre”.

Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio flagrante de la triste e insoportable situación que atravesamos.

La revolución de los colorados logra mantenerse durante unos meses, pero el primero de abril de 1867 las fuerzas de Juan Saá y Juan de Dios Videla son derrotadas en el paso de San Ignacio.

Por su parte, Varela, dispuesto a enfrentar a las fuerzas mitristas lideradas por Taboada, dirige sus fuerzas a la estancia Las Mesillas, donde le han informado que encontrará agua suficiente para refrescar a su tropa y a sus caballos, pero la información es falsa y no tiene otra alternativa que dar combate, con hombres insolados y caballos sedientos, contra fuerzas mucho mayores de las que él ha calculado.

Ese fatídico 10 de abril de 1867, el caudillo montonero es derrotado en Pozo de Vargas. Después vendría la campaña contra Salta que le costó mucho esfuerzo. Varela fue definitivamente derrotado el 12 de enero de 1869 en Pastos Grandes. Con la derrota de Varela se cerró el último capítulo de la lucha contra el sistema económico liberal -y contra el orden mitrista, la cara política de dicho sistema- en el Interior.

Enfermo de tisis y carente de apoyo, Varela se refugió en Chile. El gobierno trasandino, poco amigo de dar albergue a un insurrecto reincidente, lo mantuvo brevemente en observación antes de permitirle asentarse en Copiapó. El 4 de junio de 1870 fallece en Naconto centro agrícola y minero cercano a la ciudad de Tierra Amarilla la enfermedad acabó con su vida.

Créditos de la reseña histórica: El Historiador, Edu. ar, La Baldrich.

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