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"Tradeando" a pesar de las llamas: un muñeco de Edgar Adhemar Bacchiani es la estrella del fogón de San Juan

Después de las restricciones que trajo la pandemia, se vuelve a realizar el tradicional fogón de San Juan Bautista organizado por el Isac y en la previa ya está dando que hablar. Un muñeco del “Trader God” sosteniendo un enorme Bitcoin arderá y se volverá cenizas ante los presentes.

La celebración que se realiza todos los 24 de junio para la llegada del solsticio de verano tiene como fin purificar, quemar lo viejo y lo malo del año que cierra y renovar las oportunidades y deseos. Los muñecos representan lo malo, lo que se tiene que ir, lo que no debe repetirse, lo que debe cambiar.

El Trader God aguardando su inevitable destino en la hoguera.

Un verdadero tendal es lo que dejó el crash de la firma Adhemar Capital desde el mes de enero a esta parte. El CEO de la “criptofinanciera” fue nombrado en cada sobremesa familiar, en cada reunión de amigos, en todas las oficinas.

Los damnificados se cuentan por miles, las ganancias se esfumaron y solo queda la esperanza de recuperar lo invertido, o lo que quede de ello, después de las tajadas que se lleven los abogados y lo que se come la voraz inflación argenta.

Los alumnos del Isac interpretaron magistralmente la consigna y crearon este Adhemar a escala real, calvo con lentes y barbijo, sosteniendo la enigmática criptomoneda que le dio y le quitó todo.

Bacchi en la previa.

Mientras tanto, el “Trader God” va y viene. De su casa al penal de Miraflores, de Miraflores al Juzgado Federal, otro día circula por despachos cordobeses y así reiteradamente. Lejos quedaron los viajes a Las Vegas, los paseos en autos de lujo y sus excentricidades, hoy en día quizás se agarrará la cabeza por estar lejos de sus hijos recién nacidos.

Peor que él, se encuentra mucha de la gente que cayó en la psicosis social de “ser un gil” por no invertir en la empresa que prometía “forjar millonarios”. Algunos vieron sus esfuerzos de toda la vida irse como arena entre los dedos y quizás jamás se recuperen.

De la figura real, se encargará la justicia. Del muñeco, se está encargando la memoria colectiva. Que arda y que nunca más nadie pierda sus bienes por promesas de espejitos de colores.

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