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¿Por qué se celebra el 1 de mayo el Día del Trabajador?

Un suceso histórico desencadenó el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas.

El Día del Trabajador se conmemora cada 1° de mayo en la Argentina y en otros países del mundo, con el fin de reconocer a todos los trabajadores y sus derechos. 

Con el objetivo de luchar por mejoras en sus condiciones de trabajo, el final del siglo XIX se vio marcado por una creciente organización de los trabajadores en distintas partes del mundo.

En esa época empezaron a ingresar en sindicatos y otras formas de asociaciones laborales, como una forma de lucha de la clase obrera para conseguir derechos laborales inexistentes por aquel entonces. 

En 1886, se llevaron a cabo decenas de protestas de trabajadores del sector obrero en la ciudad de Chicago. Exigían ser reconocidos por su labor, mejorar sus contratos y la reducción de la jornada laboral, la cual era entre 12 y 18 horas diarias.

Es así que, hacia finales de abril de ese año, se popularizó el lema “Ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para la casa” por parte de la agrupación “Noble Order of the Knights of Labor” (La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo en inglés).

Los empresarios no aceptaron las demandas de sus trabajadores, por lo que se llevó a cabo una huelga masiva de más de 5000 personas el 1° de mayo de 1886.

En ese contexto, los empleados de la fábrica McCornick se presentaron en la puerta de este edificio para hacer visible su reclamo. Ante la denuncia del dueño, la policía se presentó y reprimió a los presentes. Este suceso provocó decenas de muertos y heridos. Los obreros volvieron a reunirse el 2 y 3 de mayo para exigir por sus derechos, días en los que se repitió el mismo nivel de violencia.

El 4 de mayo el conflicto escaló con la llamada “Revuelta de Haymarket”, que provocó varias muertes y detenciones, entre los cuales cinco fueron ejecutados y recordados como los Mártires de Chicago.

La envergadura de los hechos hicieron que tuviera un gran repercusión y que causara cuestionamientos desde distintos sectores en diferentes Estados.

Los sucesos desencadenaron que en 1919, durante la primera conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se establezca de manera obligatoria el cumplimiento de jornadas máximas de ocho horas diarias y 48 horas semanales.