Actualidad

¿Qué pasó el Jueves Santo?

La despedida de Jesucristo, a quien le esperaba la detención y posterior crucifixión, dio origen a un mensaje que se repite como punto central de la misa.
Por Redacción Inforama

La relevancia de Semana Santa para la comunidad católica es reconocida mundialmente, pero a veces no se suele saber en detalle qué hechos se rememoran cada día, previo a la muerte de Jesús.

Particularmente, el Jueves Santo se recuerda la Última Cena de Jesús y a sus discípulos. En esta, Jesús instituyó la eucaristía, uno de los sacramentos fundamentales de la religión cristiana.

San Pablo recordó a todas las comunidades cristianas lo que él mismo recibió: que aquella memorable noche la entrega de Cristo llegó a hacerse sacramento permanente en un pan y en un vino que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos.

“Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: ‘Tomad y comed, este es mi cuerpo. Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: ‘Bebed de él todos, que esta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados’”, expresó como frase célebre que se repite hoy en día en la misa.

Jesús concluyó aquel momento con la famosa frase: “Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día que lo beba con vosotros de nuevo en el reino de mi Padre”.

Posteriormente, en la noche del Jueves Santo, Jesús fue a rezar al huerto de los olivos, también llamado Getsemaní. Allí acudió con algunos de sus apóstoles y mostró su costado más humano al pedirle a Dios si era posible que no se llevara a cabo su crucifixión.

Antes de ser entregado, Cristo se entrega como alimento. Sin embargo, en esa Cena, el Señor Jesús celebra su muerte: lo que hizo, lo hizo como anuncio profético y ofrecimiento anticipado y real de su muerte antes de su Pasión. Por eso "cuando comemos de ese pan y bebemos de esa copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva" (1 Cor 11, 26).

Se trata de un suceso que significó una despedida, ya que al otro día le esperaba la detención y posterior crucifixión.

Hoy se celebra la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó en el fracaso sino en el éxito, tuvo un por qué y para qué: fue una "entrega", un "darse", fue un darse por "nosotros y por nuestra salvación" (Credo).