El conflicto comenzó con el anuncio del nomenclador salarial del lunes, que indicaba que las maestras jardineras cobrarían $550.000 como sueldo base en mayo, sin antigüedad ni zona. Sin embargo, la realidad es otra: el sueldo base es de $460.000, lo que equivale a $15.000 por cada hora reloj trabajada, en un total de 25 horas semanales. Vanesa Rosales, docente inicial, señaló a la prensa la enorme diferencia con los docentes de secundaria, quienes perciben una mayor remuneración por menos tiempo de trabajo efectivo.
Esta disparidad generó malestar en el sector, con alrededor de 400 docentes de nivel inicial, tanto de la capital como del interior, organizándose para protestar. “Nosotras también somos docentes, nos formamos durante cuatro años, trabajamos igual y no contamos con personal administrativo ni preceptores, salvo el equipo de gestión”, enfatizó Rosales.
A la queja salarial se suman las preocupaciones sobre el cierre de salas por falta de alumnos, lo que pone en riesgo numerosos puestos de trabajo. "Desde el año pasado se hablaba de esto, pero ahora se confirmó. Si una sala no llega a 15 alumnos, será cerrada. Las docentes titulares quedarán en disponibilidad, y las demás perderán sus trabajos", alertó.
El grupo también mostró su descontento con los sindicatos, que consideran no dieron una respuesta efectiva. “Muchas no se dieron cuenta hasta que comenzaron a comparar. Yo, por ejemplo, trabajo con modalidad educativa que depende de secundaria y tengo cinco horas. Por esas cinco horas cobro unos $180.000, mientras que en nivel inicial, por 25 horas reloj, cobramos $367.000”, detalló Rosales.
Otro tema crucial es el gasto que las maestras asumen para equipar las salas. “Nosotras ponemos de nuestro bolsillo para comprar todo: paneles de clima, abecedarios, calendarios, carteles de bienvenida, materiales de ornamentación, y las evaluaciones, que son muy extensas. Si tenemos 15 a 25 alumnos, eso significa muchas copias”, expresó la vocera, comparando la situación con la de los docentes de secundaria, que reciben apoyo de preceptores para la gestión de informes.
Las maestras jardineras también demandan un reconocimiento en la bonificación por presentismo, además de una mayor capacidad de gestión de permisos para capacitarse, algo que consideran más accesible para los docentes de secundaria.
La denuncia se extiende también a las malas condiciones edilicias en muchas de las escuelas. "Nosotras mismas arreglamos llaves, grifos, flotantes de baño. Los pizarrones están descascarados, y nosotras compramos la pintura para restaurarlos. No hay insumos para los jardines", dijo Rosales.
Finalmente, la responsabilidad que recae sobre ellas, incluso fuera de su jornada laboral, también es una queja recurrente. “Si un padre no llega a retirar a su hijo, nos quedamos con el niño hasta que aparezca, a veces incluso llamamos a la policía”, relató. La falta de personal y apoyo en tareas como estas es una de las principales críticas.