Los trabajados en vicuña son un reflejo de las tradiciones catamarqueñas y un sector que genera interés económico y turístico.
El taller Kkinako Pakaskka se dedica desde hace un par de años a la fabricación de prendas en vicuña, alpaca y merino y logró situarse en poco tiempo como referente en la materia a través de sus trabajos y el de la cooperativa Manos que Ayudan, que también forma parte de la misma propuesta.
La Lic. en Química Mirtha Rodríguez, creadora de la Casa de la Puna, entre otras cosas, habló con INFORAMA sobre los métodos de fabricación que utilizan en el taller y la situación del mercado local. Explicó el arduo proceso que implican y que a eso se deben los precios finales. "Pero una bufanda de vicuña dura 200 años", aseguró.
La mujer descubrió su verdadera pasión después de jubilarse. Empezó a interiorizarse e investigar sobre las vicuñas y a aprender sobre el proceso de hilado y tratamiento de los distintos materiales autóctonos que permiten la creación de ponchos, bufandas, pashminas, etc.
Luego se asoció y abrió el emprendimiento con Miguel Miyashiro, catamarqueño hijo de japoneses, a quien conoció un año y medio antes de la pandemia. Él introdujo los aspectos tecnológicos y el Sistema Kaizen de mejora continua a la pequeña empresa, que terminó de constituirse formalmente en el 2023.
Con Kkinako Pakaskka fomentan también la capacitación en el interior provincial, coordinan con distintas áreas estatales para elevar los estándares de trabajo local y logran conexiones con algunas empresas extranjeras interesadas en invertir en la provincia.
Actualmente trabajan por pedido, el cliente debe dejar una seña y cuando las prendas están listas pagan el resto. Llevan los delicados trabajos envueltos en un packing que contiene los certificados y códigos de barra del Ministerio de Agua, Energía y Medio Ambiente con información sobre el producto y los antecedentes de los artesanos involucrados en el proceso. Venden a nivel nacional e internacional.
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