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Catamarca, reflejo de la Diversidad Cultural: experiencias de inmigrantes y descendientes en estas tierras

Hoy se conmemora este día especial, que el Gobierno de Milei volvió a mencionar como "Día de la Raza". Más allá de la discusión terminológica y todo lo que eso conlleva, INFORAMA recabó testimonios que aportan una mirada en primera persona sobre la fecha y la provincia.
Por Nadia Jaimes

Este 12 de octubre, Día del Respeto a la Diversidad Cultural, es una fecha que promueve la reflexión histórica, el diálogo intercultural, el reconocimiento y el respeto por los pueblos originarios, dentro de un entorno de diversidad étnica que formó a la Argentina.

A partir de 2010 se estableció un cambio de paradigma en el que se dio espacio a la valoración de una identidad múltiple que convive hace siglos, y que buscó cumplir con lo establecido en la Constitución Nacional, los Tratados Internacionales y distintas declaraciones de Derechos Humanos.

Antes de eso, se hablaba del "Día de la Raza", en alusión a la llegada de Colón y la corona española a América en 1492. Dado que el cambio de denominación ocurrió durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, no es de sorprender que la actual gestión de Javier Milei lo conmemore con la denominación anterior.

Más allá de esa discusión, INFORAMA recabó testimonios de inmigrantes y descendientes de algunas colectividades que habitan y habitaron suelo catamarqueño, como forma de revalorizar y reconstruir sus testimonios sobre estas tierras.

"En un mundo rico en culturas que abarcan continentes, lenguas e historias, la diversidad de las expresiones culturales se erige en piedra angular de los cimientos de nuestro patrimonio y nuestro futuro comunes", describe la UNESCO acerca de la diversidad cultural, que a su vez declaró como patrimonio de la humanidad.

Sin embargo, es interesante ver qué sucede en la realidad local. "Es un día aciago, de tristeza para todos los pueblos originarios americanos", describió Juan Carlos Allosa, Cacique de la comunidad Kakan Putquial, situada en el centro de Andalgalá de la que aproximadamente 100 personas se autoreconocen como miembros.

Comunidad originaria en Andalgalá.

"Los nativos jamás gritamos independencia, ni rompimos las cadenas de la opresión", expresó en uno de los versos que transformó en canciones para compartir su pensamiento. Las relaciones con otras comunidades y la gente del lugar son "disímiles", agregó, aunque tiene una mirada positiva sobre el futuro.

"Yo creo que vamos por buen camino. En el 2010 en Andalgalá no existía ninguna comunidad originaria, parecía que todos éramos europeos, y hoy felizmente ya hay 19 comunidades originarias", aseguró sobre el proceso de conformación e inscripción en el que "muchísimas familias querían integrar la comunidad".

"Nosotros reconocemos que por nuestras venas corre alguna gotita de sangre indígena. Sentimos que nuestros ancestros nos gritan vuelva a lo suyo, vuelvan a su identidad".

Cacique Juan Carlos Allosa
En Andalgalá existen cerca de 20 comunidades originarias.

Para el Cacique, todavía hay mucho que se puede hacer para reconocer la identidad originaria y a los pueblos que intentan sostener las tradiciones ancestrales y su cosmovisión del mundo. Pero también está preocupado por el camino que pueda tomar Argentina. "La única solución que puede tener nuestro país y nuestra América es volver a nuestras raíces, y a valorizar lo que tenemos", acotó a este medio.

La mirada histórica y las consecuencias de la etapa colonial aún requieren de espacios de debate. No hay nada cerrado en este tema como se acaba de ver con el mensaje de Casa Rosada, retrotrayendo más de diez años de trabajo de una nueva mirada.

"Cuando me hacen la pregunta de la diversidad cultural, digo que está bien que le hayan cambiado el nombre en vez del Día de la Raza (…) Yo siempre agrego a esa pregunta, España, en toda la nueva España de esa época, construyó 25 universidades. Ni más ni menos. Eso demuestra la importancia que le daba al nuevo mundo", comentó Felipe, un inmigrante madrileño de 86 años, que llegó a Catamarca cuando era chico.

Llegó con su madre que vino a visitar a una hermana mayor pronta a casarse. Después, se unieron a la familia carnal de su padre, que fueron los pioneros en arribar al país.

"La primera impresión que tuve de Catamarca fue muy triste pues yo venía de Madrid y Catamarca en el año 1954 parecía una aldea comparada con aquella Capital", se sinceró.

"Ahora en Catamarca puedes viajar tranquilo y tiene buenos caminos y eso es muy importante para que el resto del mundo la conozca. Tiene lugares incomparables, una belleza natural de sus montañas, sus ríos. Es extraordinaria y ahora se puede andar por ella, no era como antes", relató con seguridad gracias a viajar a lo largo y ancho de la provincia por su trabajo. "La conozco mejor que muchos catamarqueños", agregó.

Miembros de la colectividad española en la provincia.

Felipe encontró en esta provincia el amor de su vida y echó raíces "tan profundas" que se siente un catamarqueño más. "3 hijos, 7 nietos, 2 bisnietos", comentó con orgullo.

"Catamarca es la ciudad que enorgullece a cualquiera"

Felipe, inmigrante español

Considera a Argentina como un "país de acogida". "Siempre abrió los brazos para recibir al inmigrante y considerarlo un ciudadano más", sostuvo.

Por su parte, Miguel Gómez, actual presidente de la Sociedad Española en Catamarca, dijo que Argentina resultaba una "quimera, un sueño de un país grande, rico y pacífico".

Su abuelo provenía de Cuartango, una pequeña localidad cercana a Vitoria en Alaba y vino en 1917 junto a sus padres y hermanos porque veía que se avecinaba "la gran guerra", evitando así la posibilidad de ser enrolados. También dejaron atrás la falta de comida y trabajo de su pueblo natal.

Su abuelo no se desilusionó: "Siempre cuenta que le impresionaron las distancias y las grandes posibilidades de trabajo y progreso. Se instalaron en Santiago del Estero y trabajaron muy bien con la leña y el carbón que se proveía a los ferrocarriles, y descubrieron un mundo y una sociedad que comparada con lo que ellos habían conocido era más primitiva. Sus creencias, la falta de estudio, de escuelas , el analfabetismo era común, estamos hablando del Santiago profundo en el interior del interior, contaba la anécdota de las celebraciones y festejos que realizaban a la telesita, que siempre terminaban en trifulcas y alcohol".

Posteriormente, la vida de progreso "termina con la crisis del año treinta". "Una crisis de bolsa de EEUU que influyó en todo el mundo, y transformó en inviable casi todos los negocios y se vieron obligados a abandonar los campos y salir en busca de trabajo porque no había ni para comer. Así fue que a pesar de ser dueños del campo no podían sostener a sus familias. Los integrantes buscaron diferentes destinos y la familia originaria se desmembró. Algunos en Buenos Aires otros en Santiago capital y mí abuelo en la Rioja. Allí entró a trabajar en el ferrocarril y al tiempo pasó a chumbicha y luego Catamarca capital", recordó.

Gómez aludió a las dificultades que atraviesa todo inmigrante cuando llega a un nuevo país, muchas veces de "menosprecio, desconocimiento y sospechas" porque podrían "quitar el pan y el trabajo, más cuando en el país no andan bien". Pero el amor de la familia y los hijos "aplacan y compensan los sufrimientos y el desarraigo", añadió.

"Sentirse argentino es un sentimiento de agradecimiento a la tierra por el trabajo, y la familia que se formó. No se pueden despegar estos elementos, y más argentino cuando ves a tus hijos y nietos, pero el recuerdo de lo que se dejó siempre está".

Miguel Gómez, presidente de la Sociedad Española de Catamarca

Para él, este día "debería ser en realidad una forma de vida, porque el respeto por el otro es la esencia de la vida en comunidad".

"El trabajo el esfuerzo, la solidaridad y la empatía, valores que los inmigrantes del siglo pasado pusieron en práctica en estas tierras y con ellas enfrentaron la vida y ayudaron a crecer a nuestro país, se deben recuperar para que el país vuelva a crecer. Y lo que no debe faltar nunca es la educación porque es el complemento para que nos entendamos y que junto con el trabajo, son la solución en cualquier tiempo", sugirió.

En las últimas décadas del siglo XVIII el mestizaje fue intenso en San Fernando Valle de Catamarca, al igual que en las demás ciudades de lo que fue la gobernación del Tucumán y en Hispanoamérica en general, destacó Gabriela de la Orden, parte de la Academia Nacional de la Historia Argentina y miembro de la Junta de Estudios Históricos de Catamarca.

Si bien esa diversidad cultural en Catamarca estuvo marcada por distintos colectivos que llegaron al territorio durante las oleadas inmigratorias mayoritariamente, en la actualidad se produjo una modificación de lugares de origen y se pueden encontrar muchas personas provenientes de países limítrofes.

También es innegable la influencia árabe en esta zona. El libanés Tony Sfeir pisó suelo argentino en 1980, dejando atrás Rayfoun, provincia de Keserouan. Vino solo y escogió Argentina porque "se hablaba mucho de su prosperidad para la gente que trabaja" y porque en ese década era uno de los países en los que podía radicarse.

"Al tener muchos inmigrantes el trato fue siempre cordial, con la predisposición de ayudar en todo aspecto. En mi caso, me adapté rápido a todo: el idioma, la gente, el trabajo. Lo que más me costó es el tema de las distancias, algo a lo que no estaba acostumbrado", detalló.

Tony se siente argentino. "De los 62 años que tengo actualmente, ya pasé 45 años en este hermoso país. Osea, casi tres vidas en mi país de origen", añadió al tiempo que manifestó su deseo de volver a visitar el Líbano, pero "no a vivir".

"Creo que la diversidad cultural representa respeto por la identidad y características de cada pueblo. El país hoy necesita revertir la escala de valores y fortalecer la identidad nacional, mejorar la educación y promover el trabajo y el desarrollo de las personas".

Tony Sfeir, libanes radicado en Catamarca
Colectividad sirio-libanesa de la provincia.

Fahim Hammound, llegó solo de Siria en 1994 para visitar a un primo y se quedó: "Me sentí siempre cómodo, la gente es muy amigable, como en casa. Me gusta la gente, no tengo nada que no me gusta (aquí), me adapté a todo sin ningún problema".

Hizo amigos y a pesar de sentirse de esta tierra, volvería a su país. "De hecho viajé varias veces ya con mi familia que formé en Argentina, pero luego de la Guerra Civil en Siria no pude regresar", se lamentó.

Como consejo para este país, pidió más responsabilidad de los políticos y de "códigos claros al servicio del pueblo".

Los árabes consultados por INFORAMA afirmaron haberse adaptado rápidamente a la gente y al idioma.

"Yo no conocía nada de Argentina la verdad, más allá de un poco sobre tango y Maradona, el fútbol y dónde estaba ubicado en el mapa (…) además de la caída de la economía el 2001", confesó a INFORAMA Endi, un italiano que vino al país por su novia argentina, a la que conoció en Barcelona.

Estuvo primero en Buenos Aires por un par de años y allí su impresión fue que había mucha gente. "Yo vengo de un pueblito (…) en la provincia de Treviso que se encuentra aproximadamente a unos 50 kilómetros de la ciudad de Venecia", explicó.

Se tuvo que acostumbrar a compartir y ponerle a la pizza "un montón de cosas que al principio me costaban mucho", a tomar mate y al contacto con gente "tan abierta de abrazos y besos". "Es más como el sur de Italia. Yo soy del norte y ahí somos un poco más fríos, más distantes, más con esa onda nor- europea medio fría y medio fea para mí", aclaró.

"Catamarca es hermosa (…) Nunca tuve ningún problema por ser de otro país. Siempre me trataron bien tanto aquí como en Buenos Aires".

Endi, inmigrante italiano en Catamarca
Endi, inmigrante italiano.

Mostró su admiración por la resiliencia de los argentinos, lo que le da fe para que el país y la gente esté mejor: "Lo que más me gusta es la posibilidad para formarse, de manera gratuita o paga. En Italia era bastante difícil, pero en Argentina veo que la gente tiene posibilidad para hacerse un espacio para formarse. En Italia tenes que conocer siempre a alguien, tener un contacto, mientras en Argentina encontras la vuelta para convertirte en alguien en un futuro", señaló.

Endi fue crítico con las manifestaciones, que le complicaron un par de veces su traslado al trabajo cuando vivía en Capital Federal. Y también con la forma de manejar en Catamarca: "Aquí sí es chocante lo del tránsito, te pasan por encima".

Colectividad italiana en la provincia.

Conocer el idioma y compartir con la gente lo hacen sentir un poco más argentino: "Ese sentimiento llega viviendo, tratando de entender la cultura y cómo son las personas aquí".

"No volvería a mi país de origen porque aquí aprendí a ser más abierto mentalmente, a ver las cosas con otras perspectivas, no sólo una, varias, a evaluar las cosas de modo diferente. Si tengo que decidir entre mi versión italiana y mi versión ítalo-argentina, prefiero esta última", aseveró Endi.