Cada 1 de agosto, los catamarqueños se preparan para una de las costumbres más arraigadas y simbólicas de la región: tomar té de ruda. Esta práctica, con profundas raíces en las creencias y rituales indígenas, ha sido transmitida de generación en generación, manteniéndose viva a lo largo del tiempo.
El té de ruda, conocido por sus propiedades medicinales y protectoras, es más que una simple infusión. Según la tradición, beber este té al comenzar el mes de agosto ayuda a alejar las malas energías, proteger contra la envidia y atraer la buena suerte. Esta costumbre se entrelaza con las festividades de la Pachamama, la madre tierra, a quien se rinde homenaje durante todo el mes.
Preparación y Ritual
En muchos hogares la preparación del té de ruda comienza la noche anterior. Las familias se reúnen para cosechar las hojas de ruda, que luego serán maceradas en aguardiente o agua. Al amanecer del 1 de agosto, se comparte la infusión entre los miembros de la familia, acompañada de buenos deseos y palabras de protección.
Además del consumo del té, algunos también colocan ramas de ruda en las puertas de sus casas y negocios, creyendo que esto ayuda a mantener alejadas las malas influencias.
La Tradición en la Modernidad
A pesar de los cambios que trae la modernidad, la tradición del té de ruda sigue firme. Jóvenes y adultos participan activamente en esta costumbre, encontrando en ella una conexión con sus raíces y una manera de mantener viva la cultura local.
En los últimos años, las redes sociales han jugado un papel importante en la difusión y preservación de esta práctica. Muchos comparten sus rituales y experiencias en plataformas como Instagram y TikTok, creando un espacio de intercambio cultural y fortaleciendo el sentido de comunidad.
El té de ruda del 1 de agosto es más que una tradición; es un símbolo de identidad y pertenencia sudamericana. En un mundo cada vez más globalizado, mantener vivas estas costumbres nos recuerda la importancia de nuestras raíces y la riqueza de nuestra cultura. Así, cada sorbo de té de ruda se convierte en un acto de resistencia cultural y un homenaje a nuestros ancestros y a la madre tierra.