Vanesa Jerez, una de las trabajadoras de Textilcom, estuvo anoche en El Ágora (todos los martes de 21 a 22, por Canal 10 de Supercanal y vía twitch.tv/tveocatamarca), y habló de la situación que viven tras el cierre de la fábrica y los promesas del Gobierno.
“Sinceramente, creo que nos están usando entre ellos. Creando una guerra de culpas y nosotros mientras tanto en el medio, sin soluciones”, expresó. E indicó que en Casa de Gobierno, les dijeron que no podían darle empleo a 133 familias “porque les parece mucho”, y que la única ayuda que podían ofrecer era a través de “algún plan o subsidio para estos días, nada más”.
“Nos vendieron un sueño a 133 familias, que ahora nos estamos preguntando si mañana vamos a tener un plato de comida”.
Vanesa Jerez, exempleada de Textilcom
Al respecto, dijo que están pidiendo específicamente que les paguen lo adeudado y les garanticen una continuidad laboral "de lo que sea, si no se puede abrir la fábrica, de lo que sea”, explicó.
Contó que ayer estuvieron en la Dirección de Inspección Laboral y en el Ministerio de Industria, Comercio y Empleo y en ambos lados les dijeron “que les iban a facilitar varios trámites”, entre ellos el Fondo de Desempleo. Además de posibilitarles una ventanilla exclusiva en ANSES para realizar los trámites necesarios dado el cierre, y que esto se propondría en una próxima reunión que se llevaría a cabo hoy.
Jerez comentó además, que prometieron brindarles alguna ayuda económica para cubrir gastos y deudas y que se encuentran trabajando para encontrar inversores que permitan poner nuevamente en marcha la fábrica. En ese sentido, les afirmaron que hoy iría un empresario interesado a ver las instalaciones.
La trabajadora remarcó que “hasta el lunes de la semana pasada, la fábrica no iba a cerrar”. “Nunca nos dieron una advertencia ni nos dijeron nada para anticiparnos sobre la situación. Es más, teníamos más trabajo que nunca, estábamos produciendo muy bien. Tenemos cortes todavía en la fábrica de prendas que no se llegaron a realizar. Estábamos bien”, agregó.
Pero el dueño de la fábrica, Carlos Villariño, les decía que la economía no estaba en su punto más alto y que no tenía muchas ventas: “Y como ya veníamos teniendo problemas con los sueldos (atrasos en los pagos, reclamos por pagos a medias, tampoco recibían aportes) nos pidió que aceptemos recibir el sueldo en 3 partes. Y si bien no era la mejor forma de que nos paguen, aceptamos porque no queríamos quedarnos sin trabajo, no queríamos que cierre”.
Jerez relató que entre las posibilidades que se barajaron, estaba la de reducir las 6 líneas de trabajo a 3.
“A último momento el lunes, nos hicieron firmar un acuerdo en el que nos decían que asistir al trabajo y no tener plata es un gasto”. Entonces, les pidieron que vayan a su casa y que regresen a la fábrica el miércoles, y “algunos accedieron con total confianza a la empresa”, manifestó.
Sin embargo, por unos comentarios que les llegaron de “movimientos raros” en el establecimiento más la noticias del cierre de la misma fábrica de La Rioja, se acercaron hacia el lugar y encontraron “las puertas cerradas" y tomaron la decisión de quedarse ahí porque es su "única garantía”
“Como nuestra producción era mejor y de mayor calidad que la de La Rioja y Buenos Aires, teníamos la leve esperanza de que no cierren aquí (...) Teníamos felicitaciones de las marcas por las prendas que confeccionábamos (..) ahora vivimos de las donaciones".
Vanesa Jerez
Finalmente, Jerez cuestionó el accionar del sindicato, SOIVA: “Creo que hubo una negligencia de parte de varias personas que estaban a cargo de realizar un seguimiento y evaluar en qué condiciones estábamos trabajando”. Y detalló que no tenían agua en los baños, solo a partir de un tacho de albañil cargaban afuera y tiraban en los sanitarios, la empresa hasta habría adeudado el agua de los dispenser.