El abuso sexual contra un animal conmocionó a la comunidad de Londres, Belén, y a la provincia. Una mujer fue alertada por un vecino sobre la presencia de un individuo que huía apresuradamente de su residencia.
La moradora, al verificar que no se había producido ningún robo en su casa, hizo un descubrimiento devastador: una de sus mascotas, su perrita, tenía signos de haber sido ultrajada.
El lamentable acto fue confirmado por un veterinario, quien constató lo ocurrido a través de la revisión profesional al animal.
La mujer, con la información proporcionada por su vecino, presentó una denuncia contra el presunto agresor, aunque sus datos personales aún no se conocieron.