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Murió atacada por dogos: para un juez de Catamarca es un homicidio culposo

Una adolescente de 15 años perdió la vida tras ser atacada por dos perros de raza dogo mientras paseaba a las mascotas de su tía. El trágico suceso generó un debate legal sobre la calificación del delito.
Por Lourdes Costanzo

Trinidad fue sorprendida por un violento ataque de dos perros dogos, el domingo pasado, en el barrio Estación Flores, al sur de la capital de Córdoba. Uno de ellos se abalanzó sobre sus piernas y el otro causó graves heridas en su cabeza. La adolescente ingresó al quirófano en estado inconsciente tras haber sufrido dos paros respiratorios y, lamentablemente, no logró sobrevivir debido a la pérdida de sangre ocasionada por las arterias mordidas por los animales. Murió en la madrugada de ayer.

El Ministerio Público Fiscal confirmó que los presuntos dueños de los perros fueron imputados por homicidio culposo, en relación a la muerte de la adolescente, y por lesiones culposas hacia los vecinos que también resultaron heridos en el incidente.

Ante esta situación, el juez catamarqueño Rodrigo Morabito expresó su opinión a través de Twitter. Lo hizo planteando la discusión entre un posible homicidio culposo o un homicidio simple con dolo eventual. Según el juez, la calificación adecuada sería homicidio culposo debido a la falta de precauciones por parte de los propietarios de los perros, quienes no tomaron las medidas necesarias para el cuidado de sus animales, incluso considerando la posible existencia de ordenanzas o reglamentaciones para el control de razas peligrosas.

Morabito argumentó que "las personas que deciden tener perros de razas peligrosas, como pitbulls, dogos o rottweilers, deben adoptar deberes de cuidado y deberían responder por homicidio o lesiones culposas, en caso de descuidar dichos deberes y como resultado causar daños a terceros".

El juez destacó la importancia de diferenciar entre culpa y dolo en la calificación del delito, considerando excesivo atribuir a los dueños de los perros la intención de poseer animales con el propósito de causar daño.

Este trágico incidente despertó un debate sobre la necesidad de establecer regulaciones más estrictas para el cuidado y control de razas caninas peligrosas, así como la responsabilidad que deben asumir los propietarios en casos de ataques que resulten en graves consecuencias, como en el lamentable fallecimiento de Trinidad.