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Homenaje a los Granaderos caídos durante el bombardeo de Plaza de Mayo

Durante el violento suceso, murieron 3 escoltas catamarqueños: Ramón Antonio Cárdenas y Laudino Córdoba, que fallecieron en combate, y un tercer granadero que sobrevive, el Escolta Pedro Teófilo Bustamante.
Por Redacción Inforama

El viernes 16 de junio se realizará un acto de homenaje a los granaderos caídos en el bombardeo de Plaza de Mayo. Será en el Museo Histórico Provincial (Chacabuco 425), que ademas recibirá la donación de los atributos del granadero catamarqueño fallecido, Pedro Teófilo Bustamante.

El 16 de junio del año 1955, en la  revolución armada por la marina y la aviación militar de la misma fuerza, el regimiento de granaderos con sus 400  escoltas, por primera vez cumple el rol para el que fuera designado, de defender la investidura presidencial mediante las armas de fuego.

Hubo numerosos heridos y diez soldados fallecidos entre ellos los Escoltas Presidenciales. Tres de esos escoltas eran catamarqueños, Ramón Antonio Cárdenas y Laudino Córdoba, que fallecieron en combate, y un tercer granadero que sobrevive, el Escolta Pedro Teófilo Bustamante.

El acto contará con la presencia de familiares de Bustamante y de Córdoba. También participará la Asociación de Granaderos Reservistas distrito Tucumán. 

¿Cómo fue esto posible? ¿Qué es lo que inauguró?

En palabras del Vicedecano de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP,  Carlos Ciappina: "El peronismo había trastocado profundamente las estructuras de la Argentina agropastoril: el programa nacional del peronismo estatizó y nacionalizó las empresas y recursos considerados claves para la economía nacional, afectando la tradicional hegemonía del capital británico y sus socios locales.

Esta transformación profunda del comportamiento económico tradicional de la Argentina va de la mano (en una unidad indisoluble) con la política consistente en la sanción de un conjunto de medidas de mejora laboral y social de una profundidad inédita: una legislación obrera que garantizó, alentó y profundizó la organización sindical y transformó a la clase obrera en el actor político clave del primer peronismo, en su sostén y también, por qué no decirlo, en la garantía de las conquistas alcanzadas en ese período.

La idea y la práctica que vivir bien es un derecho garantizado por el Estado y no la incierta realización de una dádiva de beneficencia para aquellos que agacharan la cabeza y agradecieran la limosna de quienes usufructuaban la riqueza de la nación, se instala como certeza en las clases populares a partir del peronismo.

Si no se comprende la profundidad de este trastocamiento del orden social oligárquico que significó el peronismo, no puede comprenderse el bombardeo a Plaza de Mayo de junio de 1955.

Los aviones de la Armada y de la Fuerza Aérea que llevan (inequívoco mensaje de complicidad con la alta jerarquía católica de aquel momento) dibujada la insignia “Cristo Vence” son el instrumento brutal de la “vieja Argentina”. Los pilotos ven que la plaza está colmada de gente (se calculan 30.000 personas que estaban arribando), pero no les importa, o a lo mejor lo prefieren: sus bombas y metrallas asesinan a los que osan querer cambiar el orden de los dueños tradicionales de la nación.

Los aviones que bombardean la Plaza de Mayo son también la herramienta de la clase política tradicional que se suma al golpe militar para derrocar al Gobierno que había logrado obtener el voto popular. 

Detrás de los aviones y las bombas están los civiles que se llamaban paradójicamente “democráticos”. Conspiran con los militares y avalan los bombardeos los políticos como Miguel Ángel Zavala Ortiz, de la UCR, Américo Ghioldi, del Partido Socialista, junto a Adolfo Vicchi, del Partido Demócrata Nacional, y Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo, del nacionalismo católico.

Más de 9.500 kg de bombas, bombas de fragmentación de trotyl, miles de balas 7,62 y 20 mm sobre la población pacíficamente reunida. El piloto de la marina Carlos Enrique Carus es el último que debe pasar sobre la plaza. Ya no tiene bombas ni balas, pero arroja sobre la gente reunida los tanques de repuesto llenos de combustible: cientos de litros transforman la plaza en un infierno de fuego y decenas de trabajadores mueren incinerados.

Los bombardeos de Plaza de Mayo son así, también, la punta del iceberg del círculo que llevó a una dictadura tras otra: partidos políticos antipopulares, jerarquía eclesiástica, corporaciones militares y medios de prensa hegemónicos asociados no sólo para impedir que un partido popular se sostuviera en el poder, sino también (y más importante) para destruir el orden económico-social y la movilización popular que el peronismo inauguró.

Los asesinos y sus cómplices civiles nunca fueron juzgados y ni siquiera recibieron la repulsa de la sociedad civil.    

A modo de necesaria reparación histórica, durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (año 2009) se sancionó la ley que otorga a las víctimas de los bombardeos y sus familiares las mismas condiciones de resarcimiento económico que a las víctimas del terrorismo de Estado.

Vueltos al contexto de 1955, la impunidad de los sublevados habilitará su participación en nuevos golpes y nuevas experiencias represivas. Por eso, el 16 de junio también es una fecha para confirmar y reiterar MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA."