La problemática del suicidio deja heridas colaterales profundamente dolorosas. Más cuando se trata de casos de niños y adolescentes, donde la lógica no tiene lugar y sólo quedan culpas y un centenar de preguntas que probablemente no tengan respuestas.
Ante este panorama, la peor decisión es el silencio. Así lo explica Alejandra Pasetto, titular de la única asociación civil en Catamarca que acompaña a familias que han sufrido en carne propia la pérdida de un ser querido, víctima del suicidio.
Conmovida por el caso ocurrido en “La Fray”, la referente de AAFASU (Asistencia y Ayuda a los Familiares de Suicidas) aseguró que “lo que más me preocupa es silencio en torno a lo que ha sucedido”.
“En una escuela pública, notoria e histórica, todos están al tanto de que fue un suicidio. Un secreto gritado a voces, todo el mundo habla de ‘ese secreto’. Y eso lo convierte en un riesgo, porque el primer paso para hablar de prevención a cualquier nivel, es reconocer que tenemos un problema”
Alejandra Pasetto, titular de la asociación civil AAFASU Catamarca
Una guía publicada por UNICEF en el 2017, destacaba que las muertes por propia voluntad representan la segunda causa de fallecimientos entre los jóvenes de entre 15 a 29 años, después de los accidentes de tránsito.
En el primer cuatrimestre del 2023, en Catamarca el 53% de los casos de suicidio registrados se dan en la franja etaria que va entre los 17 a 25 años, según datos del Observatorio de Salud Mental y Consumos del Ministerio de Salud de la provincia.
“El silencio no puede ser una salida para ignorar que hay una comunidad, -en este caso educativa- sufriendo esa situación, padeciendo ese desconcierto, el no poder tener un espacio seguro y de confianza en donde las personas pueden expresar su dolor. ¿Te imaginas una docente que tiene que volver al curso de esta nena para hablar con otros adolescentes de la misma edad?”
Alejandra Pasetto, titular de la asociación civil AAFASU Catamarca
Para Alejandra, es fundamental la palabra para poner luz sobre las heridas que deja el suicidio. “Esos alumnos deben estar esperando una orientación, un punto de partida de dónde salir a decir algo y también a comentar de sus propios miedos, sus propios temores. Estuvieron con ella hasta el viernes, cómo la vieron, qué les dijo, qué es lo que les tendrían que haber dicho ellos, cómo ellos procesan sus propias culpas, su propia participación, qué es lo que proyectan: todo esto no se va a dar, digamos, hasta que este espacio se abra”.
“Todos somos resilientes”
Alejandra sabe del dolor porque lo transitó en carne propia, y pudo transmutar en escucha y acompañamiento. Por eso su palabra es tan importante a la hora de hablar de posvención.
Ella explica que “las capacidades resilientes las tenemos todos los seres humanos”.
“Todos nosotros tenemos esa capacidad. Lo que no tenemos lamentablemente en esta comunidad es un espacio donde desarrollar esas habilidades. El ser humano tiene recursos, puntos de apoyo donde soportar las contingencias que se le devengan. En la manera en cómo uno gestiona esas habilidades, hasta un sentido al sufrimiento. Esto no lo digo yo, lo dice Víctor Frank en su famoso libro ‘El hombre en busca del sentido’”.
“Darle un sentido al sufrimiento también es empoderar nuestra propia posibilidad de tener una vida plena y llena de significado a pesar de todas las dificultades que uno pueda tener”, concluyó Alejandra.