En el marco de un nuevo aniversario por el “Día del Personal de Casas Particulares”, que mañana cumple 10 años desde que la ley 26.844 fue promulgada en el país, NA dialogó con Carolina Villanueva y Georgina Sticco, cofundadora y directoras de Grow –Género y Trabajo-, para analizar los avances, logros y también las deudas pendientes con las mujeres (que representan el 99 por ciento, según ONU Mujeres) encargadas de las tareas domésticas en casas particulares.
El 3 de abril es el "Día del Personal de Casas Particulares" en conmemoración a la fecha en que fue promulgada la ley 26.844 del año 2013, conocida como Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares. En tanto, la resolución es del 29 de octubre de 2015.
Según se expresó en el texto de aquella resolución, la ley 26.844 "vino a saldar una deuda histórica con un colectivo laboral por más de cinco décadas postergado" y "tiene por objeto garantizar al personal de Casas Particulares el pleno ejercicio y goce de sus derechos fundamentales, y promover pisos mínimos protectorios ajustados a los principios generales del derecho laboral argentino".
También se puntualizó que, en caso de que el personal prestase tareas el día festivo establecido por el artículo 1°, en este caso el lunes 3 de abril, "su remuneración se integrará, además del pago del salario correspondiente al mismo, con un recargo equivalente al 100% de dicho valor".
En relación a la feminización de las tareas domésticas, NA consultó a las expertas qué relación tiene el estereotipo histórico de la mujer como la encargada de la casa y los cuidados y la relación con el rol que ejercen las trabajadoras de casas particulares –y el alto grado de informalidad que soportan-.
“Tiene todo que ver. No es casualidad que en Argentina el 99% de las trabajadoras de casas particulares sean mujeres (ONU Mujeres, 2022). Como tampoco lo es que representen el 93% de las trabajadoras del hogar en América Latina (OIT, ONU Mujeres, CEPAL; 2020). La histórica división sexual del trabajo mediante la cual se asoció a las mujeres con las tareas del hogar y de cuidado, persiste. Esto lleva a que muchas participen del mercado laboral en actividades que representan una extensión de las tareas domésticas no remuneradas”, explica Villanueva.
También recuerda la especialista que, en esa división social del trabajo, tuvo mayor reconocimiento las actividades que le fueron asignadas a los varones (en su rol de proveedores), muy por encima del trabajo de las mujeres. “Esto perdura hasta la actualidad y lleva a que las actividades económicas en las que las mujeres están concentradas sean en general las de peor remuneración y condiciones más precarias, como es el caso del trabajo doméstico”.
En números. En América Latina se estima que sus ingresos son “iguales o inferiores al 50% del promedio de todas las personas ocupadas” y el 78% de ellas trabaja en condiciones de informalidad (OIT, ONU Mujeres, CEPAL; 2020). En Argentina, el 77% de las mujeres que desarrollan estas actividades son trabajadoras informales (Ministerio de Economía, 2021).
Feminización de tareas domésticas y precarización
“El 70% son pobres. En esta actividad se entrecruzan la feminización de las tareas domésticas y un factor de clase, que la convierten en una de las más precarizadas”, advierten.
En la escasa valoración social que tiene el empleo doméstico, confluyen distintas discriminaciones: Según consideran las expertas, “hay una clara discriminación de género debido a la asignación de las tareas domésticas y de cuidado de forma casi exclusiva a las mujeres, y otra bien marcada que está condicionada por la pertenencia étnico-racial. “En la región, gran parte de las mujeres indígenas y afrodescendientes han estado vinculadas a esta actividad”.
Según estimaciones de la CEPAL (2020), en la región, un 17% de las personas que trabajan como empleadas domésticas son migrantes y un 73% de ellas mujeres. “Su situación se caracteriza por contar con menos redes de contacto en los países a los que migran, estar más expuestas a la violencia y tener menos información para salir de estas situaciones”, agregan.
-Desde el 2013 a la actualidad, ¿qué avances observan? ¿Las condiciones mejoraron?
-En Argentina, en 2013 (mediante la ley 26.844) se reglamentó la actividad y se buscaron equiparar los derechos garantizados por la Ley de Contrato de Trabajo. A su vez, desde entonces la parte empleadora puede descontar del impuesto a las ganancias una parte del salario de las empleadas domésticas. Gracias a estas iniciativas se evidenció una suba importante de la formalidad, que en 2003 era sólo el 6% y hoy alcanza el 23% (ONU Mujeres, 2022).
En tanto, desde 2021 se implementó el programa Registradas, mediante el cual, durante 6 meses el Estado se hace cargo del 50% del salario de la trabajadora. Desde la fecha del inicio del programa hasta diciembre de 2022 inclusive, se recibieron un total de 27.688 solicitudes de ingreso, de las cuales 22.100 se convirtieron en titulares del programa (MTEySS, 2022). El 82% de esas relaciones laborales continuaron una vez finalizado el programa. Además, en paralelo también se dio un aumento del registro de empleadas de casas particulares (AFIP).
Otra normativa reciente a valorar es el decreto 144/22, que reglamenta el artículo 179 de la ley de contrato de trabajo. Esto implica que las organizaciones de más de 100 personas deberán ofrecer espacios de cuidado para su personal, o podrán reemplazarse por el pago de los servicios. Esta estrategia puede derivar en una mayor formalización del sector.
FUENTE: NA