Luego de un juicio oral y publicó que duró más de tres años, la expresidenta y actual vicepresidenta de Argentina podría ser condenada hoy a una pena de entre 5 y 8 años de prisión y quedar inhabilitada de manera perpetua para ocupar cargos públicos.
Los jueces a cargo del veredicto son los integrantes del Tribunal Oral Federal N° 2, Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Gorini y Andrés Basso. Gorini presidirá el tribunal al momento de la lectura. Se establecerá un operativo de seguridad especial, con un vallado alrededor del edificio de Comodoro Py. El operativo se puso en marcha ayer y continuará hoy.
Sin embargo, si Cristina Kirchner es condenada, no irá presa y podrá ser candidata en las próximas elecciones al cargo que se postule, ya que la sentencia queda firme y tendrá aplicación cuando se hayan agotado las instancias judiciales de revisión, según lo establecido en el nuevo Código Procesal Penal Federal.
Se reforzó la seguridad a pesar de que la audiencia será virtual. Solo los jueces estarán en la sala de audiencias. Los acusados y sus abogados seguirán el veredicto conectados al Zoom.
Si Cristina Kirchner es sentenciada, sería la primera vez que un vicepresidente en ejercicio es condenado por cargos de corrupción, ya que cuando fue juzgado y condenado Amado Boudou, en 2018, ya había dejado la función pública. Boudou fue vicepresidente de Cristina.
El fiscal federal Diego Luciani, a cargo de la acusación en el juicio, pidió que la vicepresidenta sea condenada a la pena de 12 años de prisión al considerarla jefa de una asociación ilícita agravada y de administración fraudulenta agravada por su condición de funcionaria pública en concurso real. Solicitó que la vicepresidenta sea inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos y que su fortuna sea decomisada hasta la suma de al menos 5321 millones de pesos, unos 17 millones de dólares en el mercado marginal.
Para Luciani, Cristina Kirchner desde ese rol de jefa de la organización, mantuvo un mecanismo de corrupción institucional durante 12 años. Sostuvo, además, que la estructura la montó su esposo, Néstor Kirchner, cuando se aseguró de convertir a Lázaro Báez, exempleado bancario y sin experiencia en la construcción, en el contratista al que le iban a dar la obra pública santacruceña por miles de millones de pesos. Señaló que parte de ese dinero, una vez blanqueado mediante el pago de supuestos contratos de alquiler hotelero, regresó al patrimonio presidencial.