Durante la semana pasada, una escuela católica de Catamarca volvió a salir en las tapas de los diarios. Un profesor de Religión fue nuevamente denunciado por un ex alumno, por el delito de acoso sexual digital o grooming.
El docente fue "echado" de la escuela privada de la Capital, para ir a parar a otro establecimiento de Valle Viejo, donde a pesar de no ejercer como profesor, se encuentra en constante contacto con menores de edad.
Resulta muchas veces incomodo y otras tantas doloroso hablar sobre el abuso sexual de niños, niñas y adolescentes, pero hoy resulta imperioso trasladar esta charla a los diferentes ámbitos sociales.
Muchos subestiman el impacto que tiene la Educación Sexual Integral en la formación de las infancias, sin embargo es una pieza fundamental para generar espacios seguros de aprendizaje y prevención.
Según una estadística reciente del "Programa Nacional Las Víctimas contra las Violencias" del Ministerio de Justicia de la Nación, el 84% de los agresores son del ámbito de confianza de la víctima, ya sean familiares o conocidos.
En lo que refiere al ámbito en donde se ejerce este tipo de violencia el 36,2% de los casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes sucedió en el hogar, y el 3,4% en la vivienda de un familiar y un 27,6% de los casos sucedieron en entornos digitales (redes sociales y/o aplicaciones de mensajería instantánea).
"Con mis hijos, no"
El dictado efectivo de ESl se volvió un reclamo nacional a partir de la explosión de los movimientos feministas durante el 2018.
El 4 de octubre de 2006 se sancionó la Ley de Educación Sexual Integral con el fin de garantizar el acceso de las y los estudiantes de todos los niveles a “recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada" de todo el país.
Desde su sanción, el dictado de la ESI resultó poco equitativo entre regiones y siempre dependió de las voluntades institucionales y políticas.
A pesar de su obligatoriedad, los colegios religiosos siempre han dejado un gran vacío en la currícula de este tipo de contenidos. ¿Será por el rechazo de los sectores más conservadores hacia el feminismo? ¿O simplemente porque la "buena moral" aparta los temas vinculados al desarrollo sexual y afectivo de las infancias?
Podríamos ahondar en los motivos estructurales de la violencia y la perversión, pero más allá de inmiscuirnos en la sociología y psicología, hoy el acceso a la información certera es el mayor recurso para prevenir y atender los delitos sexuales.
Según la OMS: "La Educación Sexual Integral (ESI) es un espacio sistemático de enseñanza aprendizaje que promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones responsables y críticas en relación con los derechos de los niños, las niñas y los/as adolescentes al cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, la información y la sexualidad."
En ese sentido, la ESI abarca cinco ejes:
- Cuidar el propio cuerpo y la salud.
- Valorar las relaciones interpersonales libre de discriminación, coacción y violencia.
- Garantizar la equidad de género.
- Respetar la diversidad.
- Ejercer nuestros derechos
Cuidado mutuo
Lejos de echar culpa a las víctimas, es necesario hoy desde la integridad, pensar en las personas que transitan o transitaron estas situaciones de violencia como seres completos, con una existencia llena de potencialidades.
Hoy el resarcimiento histórico es posible, quizás no desde la Justicia (como debería ser), pero si desde la perspectiva que da el tiempo para construir una vida diferente y de mutuo cuidado.
Todas y cada una de las historias son diferentes, lo importante es traer a la mesa esta conversación y hablar de la responsabilidad y soberanía que hay sobre nuestros cuerpos y los de los demás.
Cualquier persona que sea víctima o tenga conocimiento de una situación de violencia familiar o sexual puede comunicarse las 24 horas, los 365 días del año, desde todo el país y de manera gratuita a la línea 137 o enviar un mensaje de WhatsApp al 11-3133-1000.
Camila Azul Ortega Arévalo