Luisina Castillo Gutiérrez, es una joven estudiante avanzada de Artes Visuales de el ISAC. Su muestra "Corporalidades de Barro" se expondrá hasta la próxima semana en el Pabellón Oeste de la Facultad de Humanidades de la UNCA.
La propuesta consta de 14 obras de cerámica de barro o 14 "gordas"- como las llama su autora-expuestas en toda su vulnerabilidad. Estas composiciones son el reflejo del trabajo de 2 años y fueron presentadas para la cátedra Producción Final Cerámica de su carrera en el Instituto Superior de Arte y Comunicación a cargo de la ceramista Estela Moreno.
"La construcción de las obras me invade por completo el ADN porque es una construcción de todo eso que sentí que necesité ver y entender para comprender mi cuerpo y el de las personas que me rodeaban. Estas corporalidades que no estaban representadas en las tele y las redes sociales. Se trató de comprender que estos cuerpos son hermosos, valiosos y tienen una historia de vida única que hay que reconocer"
expresó Luisina.
La catamarqueña comentó que las obras están para ser miradas: "Se encuentran aquí para aquel que las quiere ver y para aquel que las suele ver de reojo, como quien lo hace en sociedad con este tipo de cuerpos. La arcilla es una extensión de mí hecha barro. En la cerámica se trata de aprender a ver con los dedos, como dice la artista Elvira Espejo".
La curaduria estuvo a cargo de el profesor Tomás Dalpra y el montaje de Gabriela Brouwer.
Meter las manos en el barro: el trabajo de los y las artistas independientes
"El espacio es una conquista para los artistas emergentes de Catamarca, que estamos buscando donde exclamar nuestros pensamientos y posiciones. Eso es lo que digo de mis ´gordas´, ellas necesitan su espacio y quieren estar en los medios", comentó la estudiante de Artes Visuales en torno a la producción expuesta en la UNCA.
Dentro los aspectos que enorgullecen a Luisina, se encuentra la gran cantidad de horas que invirtió en trabajar con la materia: "Una de mis más grandes conquistas fue entender a la arcilla, el barro y la cerámica como un proceso vivo, sintiente y doliente porque el vínculo que yo tengo con mis piezas excede a la razón. Si yo estoy mal, mi obra lo siente, si quiebra y agrieta. Reconocer el material como otro ser, fue ese paso que necesitaba para encontrar el camino", concluyó.
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