La costura es un oficio que ha pasado de generación en generación. En muchas ocasiones, se ha visto a abuelas y madres realizar este trabajo en sus casas, un trabajo históricamente desvalorizado.
“Las personas ven este trabajo, a diferencia de otros rubros comparables, como un pasatiempo, y desde ahí viene la desvalorización”, indicó a este medio Corina Silva una modista con más de 14 años de experiencia en Catamarca.
Al mismo tiempo, señaló que la responsabilidad muchas veces recae en las propias trabajadoras, que cobran poco por miedo a quedarse sin trabajo.
“Es un oficio muy subestimado, pero tiene que ver con el valor que le damos al trabajo y con que la gente busca precios. Si se trabaja desde la casa, una misma se desvaloriza por el solo hecho de estar en el hogar. Es un trabajo que demanda muchas horas y genera mucho desgaste físico, del que no se toma conciencia”, expresó.
En relación con los precios establecidos en Catamarca, indicó que no se cobra según lo que establece el S.T.A.D.T.yA (Sindicato Argentino de Trabajo a Domicilio, Textil y Afines), una tabla de tarifas que se distribuye, aunque este no es un ente regulador.
Sin embargo, cada trabajadora debe hacer un análisis de lo que va a cobrar, dependiendo de la maquinaria, la experiencia y lo que desea ganar por mes. “No todos van a cobrar lo mismo por ese motivo”, indicó.
Por eso, los precios pueden variar según el trabajo que se necesite:
- Un ruedo cuesta desde $6.000.
- Achicar o agrandar un pantalón, desde $12.000.
- La hora de modista, se cobra entre $12.000 y $13.000.
- Confeccionar un pantalón de vestir con material incluido, de sastrería, cuesta alrededor de $100.000.
- Los vestidos comienzan en $300.000.
- Un vestido de 15 años puede costar desde $1.000.000, todos con materiales incluidos (telas, hilos y mano de obra).
Además, hay que tener en cuenta el tiempo y dinero invertido para aprender. Hay clases que duran dos horas y pueden costar desde $27.000, con distintas promociones para facilitar el acceso.
“Aprender a coser es muy sencillo y se va ganando experiencia con el tiempo. Para largarse sola, una persona necesita al menos un año de clases”, indicó.
En estos costos hay que tener en cuenta los materiales necesarios para confeccionar y hacer arreglos:
- Un cono chico de hilo cuesta desde $800.
- Las agujas, desde $700, (cada tela necesita una aguja en específico, al igual que las maquinas).
- El mantenimiento de una máquina tiene un costo base de $25.000, dependiendo del estado de la misma y si requiere repuestos que van a generar un costo adicional (recomiendan hacerlo una vez por año despendiendo el uso).
En los últimos años, el oficio comenzó a resurgir, y se notó un incremento en la cantidad de personas interesadas en aprender. Sin embargo, en los últimos meses, el interés disminuyó por la situación económica, el auge de las saladitas y la moda rápida (fast fashion), que impactan directamente en la demanda.
La fast fashion es un modelo de producción y consumo en la industria textil, caracterizado por la fabricación rápida de prendas a gran escala y bajo costo, con un ciclo de vida muy corto. Este sistema tiene graves impactos ambientales, como la contaminación del agua y las altas emisiones de carbono.
El trabajo artesanal de las modistas, que consiste en confeccionar prendas a medida, de una a la vez, no se compara con la ropa producida en masa, con materiales de baja calidad y en condiciones laborales precarias. “Los procesos son muy diferentes”, finalizó.