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Catamarca y la biodiversidad: una mirada local en el Día Mundial

La provincia enfrenta desafíos en la protección de sus ecosistemas.
Por Lucas Segura

Cada 22 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Biodiversidad, una fecha que invita a reflexionar sobre el valor de la diversidad biológica y la necesidad urgente de conservarla. Esta riqueza natural, que abarca todas las especies de plantas, animales, microorganismos y material genético, sostiene la vida tal como la conocemos. En América Latina y el Caribe (la región más biodiversa del planeta) persiste, sin embargo, una alarmante falta de información para evaluar políticas públicas, gestionar adecuadamente los recursos y garantizar su protección a largo plazo.

Desde 1972, cuando la Cumbre de la Tierra advirtió sobre los efectos de las actividades humanas en los ecosistemas, hasta la firma del Convenio sobre la Diversidad Biológica en 1992 en Río de Janeiro, el consenso internacional ha ido apuntando hacia la necesidad de un uso sostenible de los recursos naturales, una conservación de los ecosistemas y un reparto justo de los beneficios derivados de su aprovechamiento.

Vivimos en un país megadiverso, pero con amenazas

Argentina cuenta con 3,7 millones de km² de superficie y una impresionante biodiversidad: 10.006 especies de plantas vasculares, 1.002 especies de aves, 385 de mamíferos, 175 de anfibios, 256 de lagartijas y anfisbenas, 136 especies de serpientes y más de 111.000 especies de artrópodos.

Pero esta riqueza enfrenta múltiples amenazas: la pérdida de hábitat y la fragmentación de ecosistemas por la conversión a tierras agropecuarias, la deforestación (más de 1,1 millones de hectáreas en los últimos cinco años), la desertificación, la presencia de especies exóticas invasoras (716 registradas), el comercio ilegal de fauna y el avance de la minería sobre fuentes de agua en zonas sensibles.

Catamarca: un ecosistema frágil ante múltiples presiones

En la provincia, el impacto del cambio climático y los efectos de la erosión hídrica se suman a amenazas ya existentes. La región del Monte, ubicada en el oeste catamarqueño (en departamentos como Santa María y Belén), presenta un entorno árido y semiárido, con alta temperatura y lluvias escasas. Allí, los procesos de degradación del suelo, los incendios forestales, las inundaciones y las sequías están cada vez más presentes.

Los datos son llamativos para la región del este: solo en 2023 se perdieron 1.081 hectáreas de bosque nativo en La Paz, 258 en El Alto y 116 en Santa Rosa, según el Sistema Nacional de Monitoreo de Bosques Nativos. Entre 2002 y 2018, la superficie destinada al monocultivo de soja creció un 54,5%, lo que evidencia una expansión que compromete la integridad ecológica del territorio.

En cuanto a fauna local, especies como la Taruca, el Gato del pajonal, el Pecarí de collar o la Mara están en situación de vulnerabilidad o peligro. Preservarlas requiere un enfoque que articule el conocimiento científico con los saberes locales.

Desafíos y caminos posibles

Para enfrentar esta realidad, la educación ambiental, las políticas públicas orientadas a la sustentabilidad, y la realización de estudios de impacto ambiental que involucren a las comunidades, se vuelven herramientas centrales para el cuidado de la biodiversidad en la provincia.

Promover prácticas responsables, conservar el recurso del agua y frenar el deterioro de los suelos productivos son pasos fundamentales para garantizar que las futuras generaciones puedan seguir habitando un territorio vivo. Porque cuidar la biodiversidad no es solo proteger la naturaleza, es defender el futuro de las sociedades, ya que su conservación, es importante para el sustento de la mayoría de las actividades humanas.